jueves, 25 de febrero de 2010

La obligada austeridad del trovador (además una entrevista a Víctor Heredia)

Hace algunos días – y por parte de un amigo – volví a escuchar un comentario respecto del real compromiso que un cantautor tiene con el mensaje que imparte al público.
Me decía, respecto de un video clip de nuestro amigo Ignacio Copani que fuera grabado en Italia, algo así como que el hecho de viajar a Italia o a cualquier otra parte del mundo fuera de nuestra aldea nacional, deviene en un acto de traición o de falta de consecuencia con lo que se canta al constituir un lujo poco acequible para la mayoría de nuestra gente.



No es la primera vez que escucho algo así, aunque debo decir que hace bastante tiempo que pensé que ese tipo de cuestionamientos se habían superado. Parece que me equivoqué.
Considero que no se puede sustraer al artista – de cualquier índole – de las ventajas del ocio o el disfrute de algunas ocasiones bajo la presión de una potencial traición del mensaje y obligándole a una inexistente austeridad, en tanto el artista, como cualquier otro trabajador, desarrolla una actividad económica que le permite – según sea el caso – del disfrute de sus merecidas compensaciones.
Resulta una falacia pensar que el artista que compromete su arte a una lucha por mejorar las cosas en el país y en el mundo, debe estar obligado a compartir lo que obtiene en desmedro de la calidad de vida de su familia o de los suyos y de sí mismo.
Estoy seguro que no se trata de limitar las oportunidades de la gente sino de tratar que todos tengan la mayor cantidad de oportunidades y las aprovechen al máximo.
A todos nos haría bien conocer Italia.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de leer una entrevista que le hicieron a Víctor Heredia (el 2003) donde comenta tangencialmente al respecto, pero en general la entrevista es riquísima y dolorosa, lo que únicamente ratifica que quienes le tenemos un profundo cariño y admiración no estamos equivocados.

Extraído de EL CLARÍN, 24/11/2003
MUSICA: ENTREVISTA CON VICTOR HEREDIA
"No tengo contradicciones, sé quién soy"


El cantante emblématico de la primavera democrática defiende su compromiso social, recuerda a su hermana desaparecida, confiesa su culpa de sobreviviente, y habla de su realidad a los 56.
Miguel Frías
mfrias@clarin.com

La casona palermitana de tres plantas, en la que Víctor Heredia vivió alrededor de 20años, está casi vacía. "El año pasado se nos metieron y nos robaron de todo. Además, siempre había gente en la puerta: nos llamaban, nos tocaban timbre. Mi familia tuvo miedo. Nos dolió, pero nos mudamos a Pilar", explica, lanzando el humo de un Parisienne, rodeado por los pocos objetos que quedaron en las amplias habitaciones: máscaras y tapices latinoamericanos, un reloj de pared detenido a las diez y cinco, cuadros de paisajes bucólicos —pintados por él—, un dibujo de Luis Aute, discos de vinilo —desde Genesis hasta Sergio Denis— y CDs de Les Luthiers y Silvio Rodríguez.



En enero, Heredia cumplirá 57 años. No los aparenta. Usa jeans y remera oscura, con las mangas abultadas por unos bíceps que parecen de deportista. Lleva arito dorado, dos collares juveniles, un par de pulseras y un anillo de sello —que fue de su abuelo— sobre la alianza de su tercer matrimonio. Tiene casi 35 años de carrera y 5 hijos, uno de ellos bebé. "Pablo Milanés me dijo que nos convertimos en pabuelos por la morosidad procreativa de nuestros hijos", dice, con una sonrisa muda, los ojos convertidos en ranuras en su cara cobriza. Sobreviviente de una tragedia durante la dictadura, Heredia parece un hombre feliz y melancólico.

Nunca dejaste de cantar canciones que condenan las desigualdades sociales. ¿No te condiciona? ¿No te sentís obligado a la austeridad?
No, ese es un prurito que ya superé. No puedo obligarme ni obligar a mi familia a inventar limitaciones económicas. Ni dejar de disfrutar de la diversión o del ocio. Pero no podría gozar de todo eso si me negara a colaborar cuando me llama Mónica Carranza para que ayude con un comedor o Hebe (de Bonafini) o Pérez Esquivel o mis compañeros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

A algunos cantautores progresistas o de izquierda los han acusado de tener gustos burgueses. ¿Nunca sufriste ese tipo de acusaciones?
Sí. Una vez bajé de mi auto, de una marca alemana, y me dijeron despectivamente: Miralo, tiene un auto importado. No puedo explicarle a cada persona que el auto es del 81 y que cuesta 3.000 pesos. No me interesa. No tengo contradicciones; sé quién soy. Hay un prejuicio consistente en que uno debería vivir de acuerdo a lo que canta. Es imposible. Un cantante popular debe tener su lugar de intimidad. Yo tuve que dejar esta casa porque mi familia estaba insegura. Nos llamaban diez millones de veces por día.

Tal vez sea por tu imagen de tipo solidario. ¿Cuáles son los pedidos más insólitos que te hicieron?
Es común que me digan: Mi vieja cumple años el 27 y es fanática tuya. ¿Vendrías a la fiesta? Lo entiendo y lo agradezco. Cuando viajo a alguna provincia, hago ese tipo de cosas. Uno también es cholulo de ciertos tipos. Yo siempre soñé con darle la mano a Paul Mc Cartney. Cuando vino acá, sabía que paraba en una estancia en Luján y me iba hasta allá en auto para ver si lo distinguía desde lejos. Era como un groupie. Pero no pude verlo.

¿No apelaste a algún contacto?
¿Y qué le iba a decir si quedaba frente a él? Si le daba mis discos el tipo se iba a cagar de la risa (ríe).

Al menos sos amigo de otros músicos importantes... ¿Cómo vivís el enfrentamiento entre Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, quien critica varias decisiones del gobierno de Fidel Castro?
Es doloroso, se trata de dos amigos. Hace días estuve con Silvio y le pregunté si se podía arreglar todo. Me dijo: El problema lo tiene Pablo. Es complicado porque tienen una visión distinta de la revolución. O no tanto. En realidad, Pablo tiene algunas críticas que hacer y Silvio, que también las tiene, cree que debería manejarse dentro de un cierto ámbito, no decirlo para afuera.

¿Con quién coincidís?
Con Silvio. Esto ha sido motivo de charla en Europa, con amigos como Víctor Manuel, Ana Belén o Aute, que no quiso tomar posición. No se puede ocultar que la revolución tiene errores y quizás destiempos, pero Cuba es el único lugar del mundo que contempla la independencia política y hay que defenderla. Hay que asumir errores, debatirlos, pero tratar de buscar los ámbitos propicios, cuidar el envoltorio general.

El 17 de junio de 1976, cuando Víctor Heredia todavía pertenecía a la juventud comunista, en los inicios de la dictadura militar, un grupo de tareas irrumpió en la casa de Paso del Rey donde vivía su hermana María Cristina, docente. La mujer —que estaba embarazada— fue secuestrada y desaparecida junto a su pareja, ante la mirada de Yamila, la hija de ambos, de dos años. "Al poco tiempo, mi papá murió de dolor", recuerda Heredia, quien debió cuidar de su madre y su sobrina, buscar a sus familiares desaparecidos, y sobrevivir vendiendo flores plásticas, chorizos y libros, o componiendo unos jingles desde el anonimato.

¿Te preguntaste cómo te salvaste?
Bueno... sufrí un intento de secuestro y constantes persecuciones. Pero creo que muchos artistas conocidos nos salvamos por el asesinato de Víctor Jara en Chile. Fue tanto el repudio mundial a ese crimen de la dictadura de Pinochet que acá se prefirió al desaparecido ignoto que al popular. Es siniestro. La muerte de Jara nos salvó la vida. Lo lamento tanto por los otros 30.000...

Alguna vez dijiste que te quedó la culpa de haberle inculcado la militancia a tu hermana. Como si hubieras sido el responsable de un hecho atroz que cometieron otros...
De vez en cuando me asalta la duda. Sobre todo desde que leí en el diario un informe firmado por Albano Harguindeguy. Ahí figuraba mi nombre y los de 500 tipos, 49 de los cuales están desaparecidos. Se les pedía a los servicios que nos investigaran, persiguieran y exterminaran. Pero lo que más me golpeó es que se pedía que se hiciera lo mismo con los familiares. Me dije: No se la agarraron conmigo sino con ellos. Nunca me había puesto a pensar en que yo había tenido relación con aquellos secuestros, en que habían sido mi culpa. Leer eso me mató.

Sentís la culpa del sobreviviente.
Es que me shockeó mucho. En 1973 yo había saludado la militancia de mi hermana en la canción Carta a María Cristina. En esa época yo estaba en la juventud comunista y le explicaba la importancia de mantener un rol social activo. Pero no imaginaba que iba a sufrir una consecuencia tan terrible, perversa. Rompí con el PC en 1978, cuando supe que habían tenido contacto con la junta militar, que habían hecho un listado para blanquear a detenidos desaparecidos. Me pregunté si mi hermana, que no había sido PC, tendría esa oportunidad. Sentí que hacían una discriminación monstruosa.

¿Qué secuela te dejó esta situación?
Una desaparición te deja la sensación de que todo puede desaparecer. Para colmo, los familiares de desaparecidos no cumplimos el rito de enterrar y la desaparición está siempre ahí, dando vueltas. Es de terror. Cuando no sé en dónde está alguno de mis hijos camino por las paredes. Me quedó esa lesión psicológica.

Sin embargo, parecés un tipo bastante entero...
Sí, pero me bajonean ciertas fechas. Y los lugares vacíos, como esta casa. Y los momentos en que recibo un premio. Ahí pienso: la puta, si estuviera mi viejo conmigo... y así me arruino el instante. Todo me da culpa. Me ayuda mucho conversar con un amigo religioso, que fue mano derecha del obispo Jaime De Nevares. Yo soy ateo. Aunque de vez en cuando digo Dios mío, ¿en dónde estarán? Me vuelve loco no saber dónde están mis hijos.

Con una marca tan fuerte, ¿sentís que podés eludir las letras panfletarias?
A veces no pude. Con el paso del tiempo y el crecimiento intelectual, siento que no estoy contento con algunas letras que escribí. Ahora trato de buscar la metáfora, de evitar el golpe bajo. No me gustan el panfleto ni la demagogia. Y en lo político ya no soy esquemático. Hay que provocar aperturas, sociales e individuales, estar con los que quieren un país igualitario, más allá del partido.

¿Qué temas tuyos no te gustan?
En una parte de Qué nos pasó paloma decía: "Que mi paloma quiere ser socialista". Tenía 21 años, estaba en plena ebullición militante. Hoy, por ejemplo, no escribiría lo de mi esperma urgente. Al componer Sobreviviendo no supe decirlo de otra forma. Es una frase que sigue despertando fervor pero que hoy no escribiría.

Se te "acusa" de ser complaciente con tu público repitiendo los hits. ¿Nunca vas a hacer la gran Spinetta?
Una vez quise hacer la gran Spinetta, presentando Taki ongoy; quería tocar sólo temas de ese disco. Después de siete bises, la gente me pedía a los gritos El viejo Matías. Volví al escenario, me paré frente al micrófono y ahí me di cuenta de que mi mente había decidido olvidarla. Aterrado, me acerqué al bajista y le pregunté: ¿Cómo era El viejo Matías? Me contestó: "Es la historia de un tipo que vive en la estación de...". Lo quería matar. "La letra, por favor", le rogué. Y ahí salió.

Terminaste cediendo al deseo ajeno...
Es que es muy difícil negarte a 5.000 personas pidiéndote Aquellos soldaditos de plomo o Razón de vivir y muchos temas que uno ya no sabe si tiene ganas de cantar. Preferiría mostrar algo nuevo. Pero, como dijo Silvio, no te piden que les cantes una determinada canción sino que les repitas fragmentos de sus vidas, que los remontes a otros tiempos. Y hay demasiada crueldad como para que yo agregue otra.

lunes, 22 de febrero de 2010

Prohibido Fumar (un post de César Hildebrandt)


Aunque a estas alturas lo que voy a decir no sea muy creíble, no me considero un seguidor o (si se quiere) admirador del periodista César Hildebrandt, pero hay ciertos puntos de vista que comparto con él, de allí que me permito reproducir algunos de sus post con la finalidad que ustedes también puedan leerlos.
El post que a continuación transcribo es acompañado de dos fotografías de personajes absolutamente talentosos y geniales, uno de ellos fumaba y el otro aún lo hace, de allí que para la presente lectura se sugiere prender un cigarro y tomarse un buen café:

PROHIBIDO FUMAR (Por César Hildebrandt)
Ahora quieren poner la foto espantosa de un paciente de Cáncer en las cajetillas de los cigarrillos.
Así acatan a Fernando Vivas y compañía, esos jacobinos del buen aire y los pulmones olímpicos que se creen la personificación de la salud.
No entiendo bien.
Para esta sociedad, para este sistema de valores, está muy mal fumar.
Pero para esta sociedad y este sistema de valores sí parece estar bien (o por lo menos “no está mal”) beber como un cosaco ese trago que fabrica por piscinas la Backus –o como se llame ese latifundio de cebada- y que es responsable de la mitad de los crímenes violentos. Sí, me refiero a esa bebida que, en nuestra cultura, es sinónimo de machos al ataque y de hembras que esperan en la playa moviendo la cintura.
Está muy mal fumar –dicen los Vallejos-, pero está bien (o da igual) convertir la pantalla de la tele en un vertedero de maricas histéricas a la hora en que los niños ven televisión (y a la hora en que los niños ya no ven televisión). Como si ser heterosexual tuviera que dar vergüenza y gustar del otro sexo ofendiese a la madre natura.

Hay que sentirse culpable hasta la depresión si uno contrae un Cáncer pulmonar de origen nicotínico. Pero si uno tiene sida, en cambio, sabrá que se habrá infectado de una enfermedad amistosa, socialmente aceptable, políticamente correcta, siempre merecedora de compasión y generosidad.
No entiendo muy bien.
¿Cáncer no, sida sí? ¿Tabaco no, alcohol sí?
Deberían de poner fotos de enfermos terminales de sida en las puertas de los hostales pulguientos que han proliferado en todo Lima, en los baños de las discotecas de ambiente y no de ambiente, en las oficinas públicas (sobre todo en los baños privados de sus jefes), en los camerinos de las piscinas, en las antesalas de los gimnasios, en los urinarios de las peñas criollas.
¿Fotos de enfermos terminales de sida o de víctimas del herpes genital, el chancro blando, la sífilis de tercer grado?
¿Y qué ponemos en las puertas de las grandes fiestas, sean estas polladas o reuniones sociales dignas de salir en “El Comercio”?
¿Ponemos fotos de accidentes de tráfico? ¿Ponemos la foto del carro de nuestro colega Álvaro Ugaz después de la tragedia?
¿No? ¿Sería demasiado fuerte?
Y en las fiestas campales, con el Grupo Cinco alacraneando, ¿qué foto ponemos? ¿La de un tabique nasal colapsado por la coca y reemplazado (foto 2 de la secuencia) por uno de platino? ¿O la de alguien mirándonos fijamente, con los ojos indescifrables del que ha fundido cerebro por el uso del éxtasis?
Fumar es un derecho soberano. Impedir que el humo del tabaco ardiendo llegue a los no fumadores es una obligación de las autoridades. Pero de allí a avalar el terrorismo gráfico y las campañas del fascismo médico, hay una gran distancia.
O sea que en esta sociedad está mal fumar, pero está bien ser una basura y está requetebién mentir, robar, incumplir, chantajear, matar y volver a la presidencia de lo que sea (incluida la república).
¿O es que el asunto es ser una basura con los pulmones limpios?

viernes, 19 de febrero de 2010

Celebración de la Fantasía (mini relato de Eduardo Galeano)


Leí este "mini relato" hace más de veinte años en una revista colombiana llamada Nueva Sociedad, y desde entonces se me quedaron grabadas las imágenes que el gran uruguayo pintó allí. El arte de volar y la ternura (casi) siempre van de la mano.
Buen provecho.

CELEBRACIÓN DE LA FANTASÍA. Por Eduardo Galeano
Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cusco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera.
No podía darle la lapicera que tenía, porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.
Súbitamente, se corrió la voz.
De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.
Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:
-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo
-Y anda bien -le pregunté
-Atrasa un poco -reconoció.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Matar a la Madre (un post de César Hildebrandt)


Desde hace unos días, otro crimen familiar ocupa la primera plana de los medios de comunicación. Al respecto el periodista César Hildebrandt escribió el artículo que a continuación les presento, como para reflexionar más allá del razonamiento primario. Aqui va:

MATAR A LA MADRE
“El amor es bueno, pero el dinero es mejor”, ha dicho Elizabeth Espino Vásquez, asesina de su madre, Elizabeth Vásquez Marín.
No sólo se trataba del seguro de vida por 100,000 dólares, que la esperaba a la vuelta del crimen, sino del disfrute de un patrimonio creciente que ella había decidido rematar apenas pudiera.
Hipócritas, algunos fabricantes de editoriales llaman “horror” al crimen de la Espino, “espantosas” a las circunstancias que lo rodearon, “escalofriante” a la confesión de la matricida.
Pero hace muchos años que la señorita Espino construyó, para ella y para sus coetáneos de generación, un paradigma perverso de sociedad y de mundo: aquel en el que la ética está desterrada, la generosidad resulta aburrida, la decencia es una incomodidad y el amor puede ser una frase bien dicha “un 14 de febrero”.
Tuvimos a Sendero, la guerrilla más salvaje y radical de América latina. La tuvimos porque la merecíamos y porque a un país anacrónico tenía que infectarlo una guerrilla anacrónica.
Para combatir a Sendero, entonces, construimos a Fujimori, cabecilla de uno de los regímenes más infames del continente. Es decir, combatimos el crimen con el crimen, el maoísmo mutante con los Colina.
De todo eso bebió la señorita Espino. Pero eso no sería lo peor.
Lo peor sería la impunidad, esa nube de asbesto que nos corrompe por dentro.
¿Un ladrón evidente podía regresar a la presidencia? Sí, podía. Tanto podía que hasta llegaría a trabajar junto a Mario Vargas Llosa en un proyecto altruista.
¿Un Fujimori reciclado podía obtener la amnesia de muchos y el voto de no pocos en las elecciones? Sí, podía.
¿Un alcalde y presidente regional ladrón y fascista podía evitar la cárcel y ampliar, al infinito, sus aspiraciones? Sí, podía. Podía y puede.
¿Y podía jurarse “por Dios y por la plata” y seguir asistiendo al Congreso? Claro que se podía.
¿Y podía, desde el municipio de Lima, robarse caudales públicos en sobrevaloraciones cuantiosas y seguir ostentando un índice de popularidad y aprobación estratosférico? Desde luego que sí.
¿Y podía un lobista con pasaporte americano hacer dinero negro desde el cargo de primer ministro al lado de un presidente que se había ido de putas e inhalado cocaína según un documento policial? Definitivamente, se podía.
¿No abundaba la dignidad en el Perú? No, no abundaba.
Y si todo se podía, ¿también se podía ser como Robinson González y no morir (civilmente) en el intento? Sin duda.
¿Y se podía ser como los Wolfenson, como los Winter, como el señor Crousillat, el que se moría del corazón y ahora se va a Buenos Aires a pegarse los tiros del crepúsculo? Se podía.
Y los que trabajaron con Umberto Jara en “Hora 20”, el inodoro del tardoFujimorismo, ¿podían luego reciclarse y aparecer en Canal 2 haciéndose los posmodernos y los machos cabríos sin memoria? Hombre, ponga usted Canal 2 a las 11 de la noche y ya verá.
¿Y se podía ser Lúcar y volver como líder de opinión? Sin lugar a dudas.
Y mientras eso sucedía, la televisión, que se había vuelto pupila de “Las Cucardas” y cobraba la felación a destajo, sólo sacaba cadáveres violentos, huérfanos de incendios, violaditas de arenal, desbarrancamientos multitudinarios.
De modo que la señorita Espino creció viendo la sangre de la Musiris, primero, y la sangre de la Fefer, después, y, en medio, la sangre de la mamá de la Llamoja, la sangre que los marcas dejaban en cada hazaña, para no hablar de la sangre memoriosa de Tarata, de las fosas comunes llenas de inocentes acribillados, del niño de 8 años asesinado en Barrios Altos.
Como marco de toda esa lección, como pedagogía general, digamos, vino después el “sálvese quien pueda” del liberalismo en dosis de truhán, el “vale todo” de la vieja cultura combi, el “arriba las manos” de los que “la hacen” rematando el país a quien pueda pagarlo (aboliendo todo concepto de Estado, de estrategia nacional, de industrialismo propio).
Y ahora vienen a decirnos qué horrible, oiga usted, alguien que mata a su madre por dinero.
No, hombre, nada de qué horrible. La señorita Espino hizo lo que el sistema de valores aconseja. Que su madre estuviera de por medio resulta una incómoda anécdota, es cierto, pero aquí el asunto es que vivimos en un país persuasivamente anético.
El Congreso, el Poder judicial, el Tribunal Constitucional, los partidos políticos: todo en el Perú parece estar pudriéndose y ser parte del problema.
El matricidio es, al final de cuentas, un hecho personal y diminuto frente al crimen de haber matado al Perú como identidad posible de todos.

martes, 16 de febrero de 2010

Descanso Dominical


El domingo – para muchos - es el día más difícil de la semana, es inclusive peor que el lunes y más desesperante que el cobarde eclecticismo del miércoles.
El domingo hasta el medio día es sobrevivible (?), pero a partir de allí es insoportable. Desconozco exactamente la razón de esta cruel afirmación, pero desde que tengo uso de razón es así. Punto.
Una de las cosas que vuelve el aire dominical en algo tan denso como intentar respirar en gelatina son – quizás - los programas periodísticos que a partir de las 6 de la tarde toman por asalto los hogares peruanos. Los de alcance nacional (Panorama, Cuarto Poder, etc.) y los programas locales. Estos últimos explican una de las razones fundamentales por las cuales el Cusco esta tan lejos de salir adelante ya que la mediocridad, la ligereza de análisis, el desconocimiento disfrazado de agresividad y – lo siento, tengo que decirlo – la ignorancia supina son características fundamentales de nuestro periodismo, aunque claro, los que lo ejercen enarbolan la bandera de la fiscalización y la moralidad al servicio de todos nosotros, según dicen.
Los programas de alcance nacional no se quedan atrás, claro. Nos permiten seguir disfrutando de un verano caluroso que por aquí, en la sierra, no existe, pero basta que le pase a la capital para que se asuma que a todos nos interesa la playa.
En el Cusco, uno de los aludidos programas – para citar un ejemplo – es dirigido, conducido y producido por un abogado de profesión, que ventila impúdicamente los casos de sus ocasionales clientes, con la única finalidad de presionar a la contraparte y al órgano jurisdiccional, según sea, de forma que obtenga un beneficio directo, cual es ganar o inclinar la balanza de la justicia a su favor. El escándalo no tiene pierde y puede ser presentado como “reportaje de investigación”.
Ni que decir de otros personajes que han amasado fortunas en base al chantaje a funcionarios públicos, lo que es de público conocimiento, pero nos negamos a mirarlos con el merecido desprecio que a pulso se han ganado y hasta a veces, negamos la evidente realidad.
Estoy seguro que no es el espectáculo periodístico el único mal que nos aqueja, pero bien refleja nuestros otros males sobre los cuales escribiremos progresivamente y que merecen ser tratados con menor ligereza que este. Tengo que decir, antes de concluir, que estoy convencido que no todos los que se dedican al rubro de las comunicaciones son como yo los pinto. Hay quienes han asumido con seriedad su profesión y la ejercen con la responsabilidad que todos necesitamos, lamentablemente son una minoría y generalmente se encuentran distantes de los medios masivos.
Bueno, de lo que se trata finalmente, es intentar una reflexión acerca de la sincera necesidad de mejorar nuestra calidad humana y de allí mejorar en nuestros hábitos de consumo exigiendo a quienes ocupan espacios públicos como la televisión de señal abierta, a que eleven el subterráneo nivel de su trabajo y apuesten por un Cusco (y un país) mejor, donde no solo promocionemos nuestros complejos arqueológicos sino, y sobre todo, desterremos nuestros complejos (antropológicos) y miremos a un futuro donde el respeto entre los individuos sea un valor a poner en práctica y no un elemento del cual se puede prescindir de acuerdo al marchante.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Nocturno


Pequeño post sentimental, acompañado de poemas de Manuel Scorza.

Nocturno

El patio de la casa te veía llegar brillante - como cuando llega la primera lluvia que sigue al estío - perfumada de tierra mojada, cual escena bíblica de la asunción a los cielos. Inolvidable.
Por muchos años fue esa una de las tantas imágenes que archivé en el baúl de lo que no quiero acordarme (si, el de la cerradura floja).
Traías contigo la sonrisa que envidian – hasta hoy – las mañanas de junio, justo antes que todos inicien los ajetreos previos a la Fiesta de Paucartambo.
Te hice canciones para que “el viejo en la mecedora” no se sienta tan solo en los recitales, te hice canciones para grabar a fuego tu nombre en mis pulmones, para gestionar ante nadie que no se mueva el reloj y que tus tardes sean perpetuas. Me dormí abrazándote, te dormiste abrazándome.
Cuando perdí tus ojos, la noche me abrigó y me concedió asilo. Desde entonces esa fue mi patria.
Hubo momentos en que pensé que todo lo que había pasado era un sueño y que, claro, jamás había ocurrido.
Te esperaba aunque no sabía si eras real.
Gracias por regresar con el viento y con el mar.




Música lenta
Para que tu entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.

Como una puerta tímida,
para que tu entres, el corazón se me abre.

Pero tu no vienes,
no vuelas más sobre los campos.

En vano mi corazón se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.

Pasa la mañana y no viene la tarde.
Y el corazón se me cierra,
como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.



La casa vacía
Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.

Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.

Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.

Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.

Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo.


Crepúsculo para Ana
Sólo para alcanzarte escribí este libro.
Noche a noche,
en la helada madriguera
cavé mi pozo más profundo,
para que surgiera, más alta,
el agua enamorada de este canto.

Yo sé que un día las gentes
querrán saber por qué hay tanto rocío en las praderas,
yo sé que un día
irán ansiosas a los campos,
seguirán los hilos de los prados,
y a través de las florestas
llegarán hasta mi pecho,
y comprenderán,
-lo siento, estoy sintiéndolo-,
que es mi amor quien platea por ti el mundo en las mañanas,
y verás esta hoguera.

Desde ciudades enterradas,
desde salones sumergidos,
desde balcones lejanísimos,
verás este amor,
y escucharás mi voz
ardiendo de hermosura,
y comprenderás que sólo por ti he cantado.
Porque sólo por ti estoy cantando.

¡Sólo por ti resplandece
mi corazón extraviado!
¡Sólo para que me veas,
ilumino mi rostro oscurecido!
¡Sólo para que en algún lugar me mires
enciendo, con mis sueños, esta hoguera!

¡El Mudo,
El Amargo,
El Que Se Quedaba Silencioso,
te habla ahora a borbotones,
te grita cataratas, inmensidades!

Algún día amarás,
alguna vez
en las lianas de la ternura enredada
comprenderás que cuando el dolor nos llega
es imposible hablar;
cuando la vida pesa, las manos pesan:
es imposible escribir.

Hasta que con los años las escamas se nos caen.
Y un día, al volver el rostro,
vemos a lo lejos,
como remotos barcos encallados,
cosas que creíamos llevar dentro,
y miramos que son musgo los amores más ardientes.
¡El hombre enceguecido
no escucha las campanadas silenciosas de la hierba,
hasta que encuentra en los caminos,
como culebra, su antigua piel,
y reconoce entre las ruinas
su vieja máscara oxidada,
y descubre agujeros rotos
do eran ojos fulgurantes,
porque el tiempo crudelísimo
injurió el Rostro Puro,
y los años nos pusieron
anteojos de melancolía,
con los ojos que se mira la ruina,
el otoño,
la grosura de las mujeres!

Surge entonces
el Dolor inextinguible,
cual surge ahora esta voz
que llora por los días hermosos,
cuando la vida era azul.
Porque todo lo que nace ha de morir.
¡No digo más porque me entiendes!
Tú sabes que sólo quiero
que, en algún lugar, leas esta carta,
antes que envejezcan los carteros
que te buscan
a la salida de las iglesias,
entre las recién casadas,
a la hora del jazmín rendido.

¡Quiero que el rayo de mi ternura
traspase con lanza a los que no conozco,
y salte noche hirviendo
a los ojos de los que abran este libro,
y en algún lugar
un día de este mundo,
me oigas
y te vuelvas,
como quien se vuelve extrañado
al sentir detrás el resplandor de un incendio,
y comprendas que estoy ardiendo por ti,
quemándome
sólo para que veas,
desde tan lejos, esta luz!


La lámpara
Como la lámpara olvidada
arde invisible en el día,
así mi corazón se ha consumido
sin que tú lo vieras.

Mas ya pasaron para ti las mieses,
y tardos los años,
yo sé que ahora
tus ojos buscan
las huellas bermejas de mi pasión.

Es tarde:
mi corazón calcinado
apenas soporta sus cenizas,
y aunque estás cercana,
y quiero llamarte
mudas están las hogueras
donde antaño ardieron
airadas voces tiernas.

Mi tristeza ya no puede
ni con el peso del rocío.

Es tarde:
la vida se nos gasta en actos vanos

Es tarde:
detrás de mis ojos ya no hay nadie.


Nocturno salvadoreño
La noche era bellísima.
Yo te quería.
San Salvador brillaba entre las flores.
Yo te quería.
La Felicidad nunca tendrá tus ojos azules.
Yo te quería.
Dueña de los Crepúsculos.
Yo te quería.
Pastora de la Brisa.
Yo te quería.
Ruiseñor Malvado.
Yo te quería.
Espuma del Silencio.
Yo te quería.
Agua bajo los Puentes.
Yo te quería.
Olvida los cantos que te escribí.
Yo te quería.
Aun ahora, aunque sea tarde,
y una paloma ciega
vuele para siempre entre nosotros.

Adiós a las bandadas,
adiós al tesoro enterrado en tu infancia,
adiós a las Hadas porque las Hadas no existen.

Ya dije las cosas que dije.
Por las que callo ha de crecerme musgo en la voz.
Cuando termine de contar esta agonía,
otro hombre se levantará de esta mesa.

Tal vez él no recuerde.
¡Pero yo me acuerdo tanto!
¡Si supieras cuánto te recuerdo!


La prisión
¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!

Presa estás en mí.
Aunque rompas el vaso,
seguirá intacta
la columna perfecta del agua;
aunque no quieras siempre lucirás
esa corona invisible
que lleva toda mujer a la que un poeta amó.

Y cuando ya no creas en estas mentiras,
cuando borrado el rostro de nuestra pena,
ni tú misma encuentres tus ojos bellísimos
en la máscara que te preparan los años,
a la hora en que regatees en los mercados,
los jóvenes venados vendrán a tu Recuerdo
a beber agua.

Porque puede una mujer
rehusar el rocío encendido del más grande amor,
pero no puede salir del jardín
donde el amor la encerró.

¿Me oyes?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
no puedes huir:
yo soy las alas con que huyes de mí.

lunes, 8 de febrero de 2010

Llover sobre mojado

Durante tanto tiempo se esperaron las lluvias hasta que estas aparecieron, y vaya si aparecieron. La tragedia de Cusco (y de parte del sur del país) está basada en la falta de prevención, el populismo, la insensible parsimonia estatal y – valgan verdades – una impredecible furia de la naturaleza que nos recuerda su evidente supremacía.

Cuando me refiero a prevención me refiero al desinterés de las autoridades en desarrollar planes maestros respecto de un crecimiento planificado de las ciudades, pero también a la irresponsabilidad de muchos pobladores que basados en sus carencias, toman posesión de lugares en los cuales el peligro de un deslizamiento (o cualquier fenómeno natural) es absolutamente potencial.
Es allí donde el populismo hace su aparición y se personifica en autoridades municipales que lejos de conducir hacia el crecimiento planificado, regularizan la informalidad para no perder votos en los próximos comicios en los que, obviamente tentarán la reelección. Este último caso no se aplica al Alcalde de Cusco ya que este nunca fue elegido (salvo para Regidor).

Luego, una vez producidas las tragedias, la respuesta de los diferentes estamentos del aparato público, tienen la rapidez de una tortuga cuadrapléjica, en tanto no son capaces, en último caso, de canalizar y repartir la ayuda solidaria de manera adecuada.
Hay que decir necesariamente, que la dimensión del fenómeno climático salió de cualquier cálculo y el mayor ejemplo es que estructuras que por años, cuando no centurias, funcionaron sin mayor inconveniente, con las lluvias del mes de enero de este año, colapsaron ante la atónita mirada de los pobladores.
En tanto no se discuta y elabore un plan maestro de desarrollo de zonas urbanas, se reubique a pobladores que han edificado – sin autorización y sin contar con habilitación urbana alguna – sus viviendas en zonas de alto riesgo y se decida de una vez por todas, la formalización del crecimiento urbano, situaciones como la que estamos atravesando pueden repetirse con cada vez mayor frecuencia.
Tratamiento aparte merece la tragedia en el ámbito rural, donde simplemente lo torrencial de las lluvias humedeció a tal punto los cerros (quebradas, generalmente) socavando las bases de estos, generando derrumbes que a su vez ocasionaron embalses, como el producido en Zurite (provincia de Anta), donde gracias a una adecuada reacción del Alcalde Provincial de Anta así como del Alcalde Distrital, se evacuó a los habitantes de la zona, tanto de las viviendas rurales ubicadas en las comunidades que se encontraban en el curso de un muy posible huayco, así como a toda la población urbana de dicho distrito, de allí que, una vez se produjo este, no se produjeron pérdidas humanas, únicamente materiales.
Sin perjuicio de lo señalado anteriormente, resulta lamentable la cantidad de pérdidas que se produjeron a nivel agrícola, en todas las zonas de desastre, sobre todo en el valle sagrado, donde las pocas zonas de cultivo que aún quedan y que no han sido convertidas en hoteles o lodges, han sido arrasadas por el desborde del río Vilcanota, más aún cuando se trata de agricultores que solicitan préstamos para sus cultivos, los que son (o eran) pagados luego de la cosecha. El daño ocasionado en el llamado Valle Sur (Saylla, Huasao, Tipon, Oropesa, Lucre, Huacarpay) también ha sido devastador.
Sobre el tema de Machu Picchu ya se dijo todo o casi todo, solamente se recomienda a personajes como el Presidente de la República, que no minimice lo aquí ocurrido y sobre todo que no se haga de la vista gorda en eso de enviar ayuda a los damnificados y echar mano de los fondos existentes para desastres, aunque el papel que hizo luego del terremoto de Pisco no lo convierte en el más exitoso respecto del manejo de desastres. Quizás merezca un nuevo post el tema de la discriminación en Aguas Calientes los días de la tragedia y el desorden urbano en una de las zonas con mayor movimiento económico del país.

A modo de corolario, no podemos dejar de mencionar que la naturaleza nos viene advirtiendo, muchas veces de dolorosa forma, que si la especie humana no enmienda su conducta destructiva y arrogante, nos convertiremos en la única especie que gestione su propia destrucción.