martes, 29 de noviembre de 2011

Tantos años sin Manuel Scorza

El 27 de noviembre de 1983, fallecía Manuel Scorza (Lima, 1928-1983) y, aunque dos días tarde, publico estos cuatro poemas suyos a modo de homenaje. En medio de las protestas por el doble discurso de quien prometió defender el derecho de los campesinos de nuestro país, es siempre necesario recordar a quienes nos dejaron la ternura de su poesía y la convicción de su lucha.


A CÉSAR CALVO AGRADECIÉNDOLE QUE ESTÉ AQUÍ (*).

(*) Poema inédito de Manuel Scorza. Escrito en la mañana del 20 de mayo en el Hotel de Turistas de Tacna. Corregido en París la noche del 21 de junio de 1977.Una frase pequeña del poema se publicó en la revista Somos del diario El Comercio al fallecer el también poeta peruano César Calvo.

Fuente: de la correspondencia entre Mariana Alegre Scorza (nieta de Manuel) y Gabriel Martínez (estudioso admirador del poeta) - 30/05/2001.

Enviado por el escritor Santiago Hynes - Bs. Aires. a Página Digital (http://www.paginadigital.com.ar/)


En el principio el hombre abandonaba a sus muertos.

Hace cincuenta mil años comenzó a cavar tumbas.

En la piel de las cavernas cinceló sus miedos bellísimos:

descubrió la poesía.

Por eso estamos aquí,

aventando palabras contra el cielo indiferente.

Cecilia, mi hija, juega con sus años:

cuatro guijarros de colores.

La vida pasa tan rápido, César, que una tarde

la miraremos salir para el parque

y regresar hermosísima mujer.

Así es, César, la vida huye tan rápido

que uno de estos días deberíamos tratar de decir la verdad.

Por favor, qué ocurrencia.

¡El mayordomo tiene órdenes estrictas

de tirarle la puerta al pasado!

Porque jóvenes áureos,

en las breñas del horror de América combatían entonces

por un mundo más bello.

Mortalmente heridos caían

más que por la metralla llagados por sus sueños.

Hermosos nacían a la muerte.

Mientras nosotros tatuábamos poemas olvidados

en cuerpos olvidados de mujeres olvidadas.

En chinganas de mala muerte cauterizábamos nuestra melancolía

bebiendo aguardiente que no era Agua Ardiente.

Lenin no apreciaba a los poetas:

cortó groseramente un poema de Maicovski.

Vladimir Maicovski se mató.

Pero Lenin se equivocaba: el Che llevaba en su mochila

acribillados versos de León Felipe

y Javier Heraud llevaba una carta tuya en su chaqueta.

El impiadoso río Madre de Dios arrastró su cuerpo,

tu cuerpo, mi cuerpo, nuestra acribillada juventud, todo.

Pero la vida fluye más rápido que el río Madre de Dios.

¡Imposible erigir un mundo nuevo

sin desembarcar en las Indias entrevistas en nuestros sueños!

Una revolución que sólo es una revolución no es una

revolución.

¡Hay que volcarlo todo, hay que quemarlo todo, hay que arrancarlo todo!

No permitir que vuelva a retornar jamás la misma realidad,

la misma familia, la misma agua, los mismos padres, la misma

luz, la misma patria, el mismo futuro, la misma tristeza, la

misma religión, el mismo sol!

¿Quién se atrevería a absolvernos?

Un inmortal poema nos absolvería.

Pero los años han pasado y no hemos mencionado la Palabra

Ígnea.

La vida es tan fugaz, César, que una de estas tardes

saldrás a comprar cigarros

y regresarás a contar chistes en nuestros velorios.

Y ahora sí te acepto un pisco.

Porque a pesar de esta tristeza, la vida vale la pena:

estoy alegre, estoy árbol, estoy exaltado, estoy

con mis amigos, estoy relámpago, estoy luz.

Porque el hombre que está más cerca de su muerte

que de su nacimiento

necesita urgentemente ser feliz.

Hace cincuenta mil años, en la piel de las cavernas,

comencé a grabar este poema.

Por eso estoy aquí aventando palabras contra el cielo

indiferente.


Serenata

Íbamos a vivir toda la vida juntos.

Íbamos a morir toda la muerte juntos.

Adiós.


No sé si sabes lo que quiere decir adiós.

Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,

vivir entre otras gentes,

reírse de otras cosas,

morirse de otras penas.


Adiós es separarse ¿entiendes?, separarse,

olvidando, como traje inútil, la juventud.

! Íbamos a hacer tantas cosas juntos!

Ahora tenemos otras citas.

Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.

La lluvia que te moja me deja seco a mí.

Está bien: adiós.


Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,

el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas

que vuelen sin cesar sobre tu sueño.


EL DESTERRADO

Cuando éramos niños,

y los padres

nos negaban diez centavos de fulgor,

a nosotros

nos gustaba desterrarnos a los parques,

para que viéramos que hacíamos falta,

y caminaran tras su corazón

hasta volverse más humildes y pequeños que nosotros.

Entonces era hermoso regresar!


Pero un día

parten de verdad los barcos de juguete,

cruzamos corredores, vergüenzas, años;

y son las tres de la tarde

y el sol no calienta la miseria.


Un impresor misterioso

pone la palabra tristeza

en la primera plana de todos los periódicos.


Ay, un día caminando comprendemos

que estamos en una cárcel de muros que se alejan...

Y es imposible regresar.


Música lenta
 
Para que tú entres,

a veces de tristeza, el corazón se me abre.


Como una puerta tímida,

para que tú entres, el corazón se me abre.
 
Pero tú no vienes,

no vuelas más sobre los campos.


En vano mi corazón

a la ventana de su dolor se asoma.

Pasas de largo,

como si el viento

soplase sólo para allá.


Pasa la mañana y no viene la tarde.

Y el corazón se me cierra,

como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.








viernes, 18 de noviembre de 2011

Entre Amaury y Vicente. CUBA VA.

Amaury Pérez es un trovador cubano que en la actualidad tiene un programa en la TV cubana, se llama “Con 2 que se quieran” y hace poco entrevistó a Vicente Feliú, otro trovador cubano al que tuve el gusto de conocer el año 1987.

Comparto con ustedes ese momento:


Amaury. Muy buenas noches. Estamos, como cada semana, en Con 2 que de quieran, en el corazón de La Habana, en Prado y Trocadero, en el barrio de Lezama, su espíritu da vueltas por aquí y en los legendarios Estudios de Sonido del ICAIC.

Hoy, con la agradable sorpresa, también para mí, y espero que para ustedes, de contar como invitado, con uno de esos trovadores que ya es leyenda, con una obra sólida, un extraordinario amigo, un extraordinario compañero, y una persona que vale la pena conocer, Vicente Feliú.

Bienvenido, Vicentón, un gusto tremendo tenerte aquí. Dice la gente, y yo puedo suscribir ese punto de vista, que Silvio Rodríguez es tu mejor amigo. ¿Cuánto un mejor amigo puede convertirse también en el mentor de una persona? ¿Cuándo se conocieron?


Vicente. Nos conocimos, ¡figúrate tú!, febrero del 62. Los dos estudiábamos en la misma secundaria básica, cerca de aquí, en las antiguas Escuelas Pías, entonces ya, José Antonio Echeverría, en San Rafael y Manrique. Yo estudiaba en la escuela diurna y Silvio, como trabajaba, era dibujante de la revista Mella, tenía 15 años, pero ya trabajaba hacía rato, estudiaba en la escuela nocturna.


Y los dos embullados, muy imbuidos por los barbudos de la Sierra, por el proceso revolucionario de enero del 59, que nos agarró a todos, a ti también, entre 8 y 15 años, pues estábamos afiliados a la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Él, como hacía dibujitos, pintaba el perrito Pucho en las pizarras, que siempre levantaba la patica y meaba al imperialismo. Y yo como era fuerte, fuertecito, tengo los mismos antebrazos de entonces, me decían Popeye, me pusieron responsable de Trabajos Voluntarios y Deportes. Y entonces nos conocimos justamente en las reuniones de la Asociación de Jóvenes Rebeldes y, ahí empezamos una amistad hasta hoy.

Amaury. Pero él es mayor que tú.


Vicente. Once meses y unos días. Él nació el 29 de noviembre del 46. Yo el 11 de noviembre del 47. Hay unos días ahí en que cumplimos la misma edad.


Amaury. Siempre me daba la esperanza pensar que Pablo era el más viejo…


Vicente. …Sigue siendo el más viejo.


Amaury. …Después venía Silvio y ya nosotros todos íbamos quedando como más jóvenes, más o menos todos somos de la misma tropa.


Vicente. … De la misma tropa, pero tú y Sara son de la segunda camada…


Amaury. Sara es mayor que yo. Yo soy como decía un amigo: ¡Amaury, tú eres el más joven de los viejos trovadores y el más viejo de los jóvenes! Vicente, tu obra toda, obra que puedo presumir que la conozco bien, tu obra toda es un tratado de ética. No hay una sola canción en tu itinerario que no sea un canto a la ética. Cuando pensé hacerte la entrevista decía: es preferible poner las canciones de Vicente, las canciones de Vicente, desnudan a Vicente. ¿Estos son tiempos donde tú crees que los valores éticos que has defendido en tus canciones, en todos los sentidos, la ética en el sentido más amplio, crees que sobreviven?


Vicente. Mira, el mundo es una espiral, ¿no? y la historia es una espiral que nunca acaba, como dice Frank Delgado. Creo que este es un momento terrible, terrible en todos los sentidos, para el mundo y para nosotros, no solamente por la crisis económica y la crisis del capitalismo. Creo que hay una crisis de ética violenta, muy violenta. En nuestro caso empezó esa crisis a hacerse muy latente cuando empezó el Período Especial. Empezaron a trastocarse muchos valores, lo que hasta un momento determinado era correcto, ya no, había que dejarlo pasar porque lo incorrecto era lo que necesitábamos, ¿no?


Y creo una cosa, Amaury, y es lo que he tratado de sembrar siempre, no sólo en mis canciones, sino en cuanta persona me ha querido escuchar y, no son pocos, en Cuba y afuera, sobre todo trovadores más jóvenes. Esto se podrá ir a pique, todo, el mundo, la Revolución, todo, pero no hay que olvidar que estamos defendiendo cosas muy sanas, muy esenciales, que es la ética, o sea, no podemos olvidar a Martí nunca. No podemos olvidar nunca al Che, no podemos olvidar nunca a Cristo, no podemos, sencillamente.

Entonces la Revolución yo creo que ha salido, que sigue saliendo invicta porque una cosa es la Revolución, que es el sueño y otra cosa es el Estado, el Gobierno, que es el entorno administrativo que se ha encontrado para realizar ese sueño, que puede ser mejor o peor, y puede estar mucho más sujeto a cambios que el sueño. Entonces creo que sí; yo sigo pensando en la ética, soy, digamos, de la vieja guardia. Lo increíble es que me he encontrado en América Latina una hemorragia de jóvenes trovadores que están buscando esa ética, que está renaciendo en América Latina otra vez, a pesar de que evidentemente va a venir un cambio feo hacia la derecha, pero siempre les digo, no olviden, nos podremos morir, pero esa idea, esas ideas por la que ha muerto tanta gente en Cuba, los veinte mil de Batista, y por ahí para atrás hasta Hatuey, esas ideas van a seguir siempre y van a volver a salir, igual que los malos vuelven a salir, y vuelven a tratar de joder, pero la bondad vuelve, la bondad vuelve, la bondad vuelve. Es una guerra eterna.


Amaury. Hablaste de los jóvenes trovadores y tú has sido como el padrino de muchísimos jóvenes trovadores, como bien tú decías, no sólo de trovadores cubanos, sino también trovadores latinoamericanos, hispanoamericanos, también en España. ¿Encuentras tú valores en esa generación, o sea, tú no lo haces paternalistamente? ¿Tú lo haces porque crees que hay…?


Vicente. No, no, para nada. Yo creo que sí hay muchos valores, o sea, yo estuve perdido de… no te voy a decir de los escenarios, porque nunca estuve en los escenarios, o sea, estuve perdido de moverme realmente de una manera coherente hacia América Latina hasta toda la década del 80 y 90. En los noventa y tantos volví, a ver qué pasaba, cómo estaban las cosas y tuve la suerte de que había algunas personas en Perú, en Chile y en Bolivia, que podía moverme por esos lados, y descubrí que había mucha gente joven, y estaban todos buscando los orígenes, los orígenes que sabes quiénes son, o sea, los trovadores fundamentales: de Atahualpa, de Violeta, de Víctor, de qué sé yo. Bueno, y como yo andaba y lo he dicho siempre, por suerte, gracias a la vida, no soy famoso pero sí soy conocido, tenía la posibilidad de sentarme con ellos en la casa, en una esquina, en una peña, en un bar a cantarnos, sin que me estuvieran pidiendo autógrafos, etc. Entonces fui conociéndolos y trasladando ese conocimiento de cada uno al próximo que conocía.


Tuve una experiencia tremenda, que es que yo les mandé a los argentinos hace un par de años, un libro de Antonio Guerrero, un libro precioso, sus Poemas confidenciales. Sabemos quién es Antonio, uno de nuestros cinco hermanos presos en Estados Unidos, por luchar contra el terrorismo, para no hablar mucho. Entonces ellos decidieron trabajar la música de esos poemas, ¡mira tú!, ¡qué cosa tan bonita!, lo que es capaz de hacer la solidaridad, la ética.


Amaury. Pero ese sentido de la ética en ti, es una cosa como congénita, molecular, tiene que haber venido de algún lado. Vamos a hablar del Vicente niño, del Vicente hijo. Háblame de tus padres y de tus hermanos.


Vicente. Mira, Amaury, mi apellido viene de Canet de Mar, en Cataluña, un lugarcito precioso, chiquitico. Allí Feliú, es como decir aquí Rodríguez, o sea, hay más Feliú, que… hay tres San Feliú, hay dos iglesias, hay una calle, es una maravilla, Feliú es Pérez, para explicar.

Entonces uno de esos Feliú vino en el siglo XIX, calculo, segunda mitad del siglo XIX, se estableció en Matanzas, se casó con una aragonesa y tuvieron un vínculo interesante con los mambises, o sea, con los independentistas. Este Feliú se llamaba Vicente Feliú Llinás, y su esposa se llamaba Aurora Silvestre.

Amaury. ¡Qué cosa!


Vicente. Aurora era amiga de Bonifacio Byrne. Entonces por ahí viene lo que tú quieras. Después, en los años 30, este mismo hombre, mi abuelo Santiago Feliú, estuvo vinculado a la Joven Cuba, de todas maneras vivía en Matanzas y uno de mis tíos, un tío político mío, era miembro del Comité Central de Joven Cuba y estuvo en el combate del Morrillo.

Pero la noche antes, en casa de mi abuelo, estaban dos personas escondidas que irían al Morrillo al día siguiente: Paulino Pérez Blanco y Carlos Aponte, el venezolano, y esa noche mi abuelo le regalño su revólver con el que murió combatiendo Aponte en el Morrillo.
Amaury. ¡Madre!


Vicente. ¿Seguimos, no?


Amaury. Sí, sí, sí.

Vicente. Este tío se llama Carlos Alfara, está combatiendo contra la dictadura de Batista. Primero a partir de varias organizaciones, y ya sí al final con el 26 de Julio, y el primero de enero del 59 lo coge escondido en casa de mi mamá en Párraga. Yo vivía con mis abuelos. O sea, no te hablo de mi padre y mi madre porque de pronto tengo una repartidera, de patrones femeninos y masculinos. Yo fui el primer hijo, el primer sobrino, el primer nieto.

Amaury. Y el de los ojos azules, además.


Vicente. Y el de los ojos azules además. Imagínate tú que yo fui fundador de los CDR, en el 60 y mi primera guardia la hice con una ametralladora Thompson de disco, con muescas en la culata que era de mi tío Carlos Alfara que me dijo: ¡mira, agarra! Yo tenía 11 años, aquello pesaba más que yo y yo con aquella mierda hice la primera guardia de mi vida.

Amaury. ¿Y quién cantaba en tu familia?


Vicente. Todo el mundo. Mi abuela era profesora de piano, por cierto tocó “La Polonesa”, de Chopin, el 7 de mayo del 35, a Carlos Aponte, porque él se la pidió. La interpretó a cuatro manos con un chelista de Matanzas. Mi padre cantaba, toda la familia de mi padre entona muy bien, incluso dos tías cantaban, pero que era una cosa impresionante. Una tía mía yo le cantaba una canción que acababa de hacer y la cantaba conmigo, yo decía: ¿cómo lo logra?, después supe que las segundas voces de la trova tenían una afición muy particular que te iban mirando los labios y te iban adivinando al microsegundo la nota, una cosa impresionante. Así era una de mis tías.

Y mi padre, hacía canciones muy bonitas, realmente preciosas y le hizo muchas canciones a mi mamá. Y yo, lo primero que toqué en mi vida fue una canción de mi padre, muy bonita. Lo segundo era un engendro espantoso, felizmente olvidado, ya mía y el piano que estaba en mi casa yo lo usaba para esconderme detrás de la retahíla de tías y tíos que te comentaba, para poder jugar, fastidiaba mucho, imagínate tú, tan chiquitico yo y tantas viejas y viejos.


Amaury. ¿A qué te gustaba jugar? ¿Cuáles son los juegos infantiles que preferías?


Vicente. Qué sé yo, lamentablemente a algo que comentábamos en estos días, a los soldados y a los buenos y los malos. A los soldados, que los buenos eran los americanos y los chinos que eran, coreanos, ta, ta, ta (imitando sonido de ametralladora), y si no a los indios y los cowboy, los muñequitos.


Yo tuve una pistola de municiones, que era una réplica de una 45 y una escopeta de peerless, con la que matábamos los ratones de mi casa. Una casa vieja que hay en la calle Neptuno, que tú conociste.

Amaury. Sí, y ahí estaba Esther.


Vicente. Exactamente.


Amaury. A ver, hablemos de Esther porque cuando se habla de las madrinas y los padrinos de la Nueva Trova, a veces injustamente se olvida de Esther y yo la recuerdo como un ángel protector, no sólo tuyo, sino de Silvio, mío, de Noel. Háblame de ella.


Vicente. Mira, Esther trabajaba con Raúl Roa desde los años 50, antes de la Revolución. Eran amigos del viejo Roa, desde siempre, igual que Alfara y en el 59 empezó a trabajar en el MINREX, inmediatamente. Entonces le robaba, cuando empezamos la cosa de la organización de la Nueva Trova y tal, le robaba a Roa los papeles, las hojas, las presillas, la máquina de escribir, todo, o sea, la Nueva Trova salía del MINREX, que era de dónde ella se lo robaba y Roa se hacía el de la vista gorda, porque ella trabajaba en el despacho.


Amaury. ¿Y cómo era lo de tus hermanos? Porque la gente dice: ¡Sí, Santiago es hermano de Vicente, pero no son hermanos del mismo lugar!


Vicente. El problema es que, acuérdate que aquel Vicente se llamaba Vicente Feliú Llinás. Su hermano se llamaba Santiago Feliú Llinás. Vicente el que llegó aquí, tuvo dos hijos varones y hembras. Vicente Feliú Silvestre y Santiago Feliú Silvestre, mi abuelo, que a su vez tuvo dos varones Santiago Feliú López y Vicente o sea, todos son Santiagos y Vicentes del siglo XIX para acá. Mi papá se divorció de mi mamá en el 60 ó 61, ya había nacido yo y había nacido Santiago Feliú Miranda, mi otro hermano, a quien le dijeron Roni desde el principio que debió llamarse Ronaldo Santiago, pero como era mi abuela la que inscribía, mi abuelo era abogado, pues le puso Santiago Ronaldo, en vez de Ronaldo Santiago, bien, se divorcian. Se vuelve a casar mi papá y tiene a Santiaguito. Mi abuelo se estaba muriendo, y mi abuela quiso ponerle otra vez Santiago y se llama Santiago Feliú Sierra. Santiago Vicente Feliú Sierra, para colmo. No, entonces es muy difícil.


Amaury. Si yo tuviera tu memoria, estuviera adivinando el futuro, la verdad. Si usted quiere algún día que le hagan el árbol genealógico suyo, se lo cuenta a Vicente y él lo recuerda todo.

Vicente. Me ha costado.


Amaury. Vicente, no, pero vaya, el tratado familiar que tú me has hecho, yo me he quedado…


Vicente. …Sigue la cosa.


Amaury. Vicente, yo creo recordar que tú eres una persona muy enamorada.

Vicente. De todo, de casi todo.


Amaury. Vamos a hablar de las mujeres.


Vicente. Hay una canción que estoy tratando de hacer, ya tengo un verso, pero no sé cómo seguir que dice: “Salvo las de mis amigos y mi familia, me gustan casi todas las mujeres”…


Amaury. Mejor entonces dejémoslo ahí. Ahora vamos a dar un pequeño salto, vamos a llegar al año 72, el año de fundación de la Nueva Trova. ¿Tú crees que aquel movimiento espontáneo, que surge espontáneamente, sobre todo los fundadores, hablo de ti, de Eduardo Ramos, de Martín Rojas, de Silvio, de Pablo, de Noel… aquel movimiento que surge espontáneamente, puede haber sido beneficiado o lastimado a la hora en que se convirtió en una Institución?

Vicente. La Nueva Trova fue un movimiento estético y creo que lo sigue siendo, ahora, la organización es lo que se le ha dado en llamar el Movimiento de la Nueva Trova. Esa organización yo creo que lo que más lastró fue que a alguno de nosotros nos robó mucho tiempo para hacer canciones y para seguir una vida, digamos lógica, dentro de la evolución del cantante, del trovador, o del compositor como tal.

Ahora, la organización yo creo que sí funcionó y que funcionó muy bien. Sobre todo por dos razones: una, para demostrarle a las burocracias políticas, culturales, estatales en general, que tenían que enfrentarse no ya a Silvio, porque era pelúo; o a Pablo porque había estado en la UMAP, no, no, no, tenían que enfrentarse a una institución que estaba auspiciada por la Unión de Jóvenes Comunistas pero realmente solicitada su organización por la alta dirección de la Revolución. ¿Quién? No sé. Puede que hayan sido muy altos dirigentes de la Revolución. De Haydee Santamaría hacia arriba.


Eso por una parte, de pronto hubo un muro contra los burócratas, que dijeron: ¡bueno, esto está apoyado, así que no hay problema! bum, y empezaron a apoyarlo. Y, algo que en fin suele ocurrir, de pronto se abre un banderín donde entra medio mundo. Claro, ahí entró todo el mundo. Entró el creador, los trovadores propiamente, o sea, gente que componía y cantaba sus propias canciones, algunos intérpretes, que aunque no compusieran eran indiscutibles, metidos por ahí, como Tatica, como Sara, que no era compositora en ese momento…

Amaury. Y Miriam, ¿no?


Vicente. Miriam ya había hecho sus canciones. Sara empezó después. Pero también estaban los directores de grupos, muchos de los cuales eran compositores ya y miembros del grupo. Yo creo que muchas personas piensan, que ya los trovadores no cantan como cantábamos en los 60, no hay manera, todo cambió para bien y/o para mal, para ambas cosas. Creo que además, en esos años 60 y principios de los 70, todos nosotros tendríamos la adolescencia, la primera juventud, que como quiera que sea, ahí uno, en esa época, como dice un amigo, Ciro Benemelis, a los 20 años uno es un incendiario y a los 40 es un bombero. Yo creo que no siempre, creo que a los 40 uno puede seguir siendo un incendiario, pero de otra manera, o sea, no le prende fuego a todos los cañaverales, le prende fuego al que toca, ¿no?

Yo creo que los esenciales de los fundadores de la Nueva Trova, de una u otra manera han seguido siendo subversivos, necios, insoportables, inmetibles, agresivos, audaces, en fin, revolucionarios. Y las generaciones que han venido después, cada cual a su manera, con las herramientas que han tenido, con las influencias que han tenido, con el entorno ético…

Amaury. …Y también cambiante.


Vicente. …Y también cambiante, han hecho canciones no complacientes. Ah, un día tú quieres complacer porque hay cosas maravillosas, sí hay cosas maravillosas. Nosotros no estamos en contra para nada, ninguno de nosotros ha estado en contra de la Revolución. Sí de medidas que se han implementado a nombre de la Revolución, sí hemos estado en contra y seguimos.


Amaury. Tú crees que en los tiempos que corren, la canción explícitamente política, un mensaje explícitamente político, en un mundo lleno de escapismos y de tener a la gente pensando lo menos posible, ¿tiene todavía una utilidad? ¿Es necesaria?


Vicente. Yo creo que sí. Lo increíble Amaury, es que muchas de las canciones que hicimos todos nosotros en los años 60, ahora mismo parece que se hicieron ayer. Esta canción, es una canción de riesgo, es una canción de lucha, es una canción de amor, por supuesto.

Amaury. ¿Hay un público que la recibe?


Vicente. Ahora hay un público.


Amaury. ¿Ahora hay un público en América Latina que la recibe?


Vicente. Un público que la recibe. En Honduras ahora mismo con todo lo que ha ocurrido, ha aparecido una canción de una mexicana, que si no recuerdo mal, dice: “nos tienen miedo, porque no tenemos miedo”. O sea, cuando un pueblo no tiene miedo es terrible lo que arma, se convierte en subversivo y le da terror a los asesinos, terror porque la gente no les teme, no tienen ese temor que los sicarios quieren meterte, dicen: ¡a mí plin! ¿Cómo que a ti plin, si te voy a matar? ¡Mátame! Ah, y ahí mismo se murieron de miedo los aterrorizadores ¿entiendes? Eso es terrible.


Amaury. Tú me hablaste de Bolivia, eso me hizo recordar una historia que debemos hacerla, una historia larga, pero debemos hacerla brevemente en televisión. Cuando tú, Augusto Blanca, Lázaro García y Sareskita Pantoja van a Bolivia. ¿Cómo fue esa historia, porque hasta yo la tengo desdibujada?


Vicente. Año 1980, como en marzo o abril, viene la invitación a Silvio, Pablo, Noel y a mí, para cantar en un Festival Universitario que se iba a celebrar en La Paz y en Cochabamba, no me acuerdo bien, en dos lugares. Digo, bueno, está bien, pero Silvio no podía ir. Silvio y Pablo estaban en no sé dónde, Noel estaba en no sé qué otro dónde, Sara también, en fin no había nadie aquí y digo, mira, yo te propongo otra gente, o sea, para dar una posibilidad de más apertura, ¿no?

Pero ya empieza a complicarse la cosa, viene en abril lo de la embajada de Perú aquí, y hay el éxodo tremendo, extraordinario…, bloquean a todas partes y en Bolivia matan a un sacerdote, a Lucho Espinal, por esos mismos días y se empieza a rumorar, se empieza a gestar un golpe de Estado, de los tantísimos que se habían hecho en Bolivia de extrema derecha. Entonces de pronto yo me doy cuenta que sí hay que ir, porque nos están bloqueando todo, todo lo que sale de Cuba y de pronto aquello se está poniendo interesante.

Digo, espérate, y propongo irnos para Bolivia a Rodrigo y a dos trovadores del interior de la Isla, fundadores de la Nueva Trova -uno de Oriente, Augusto, y otro, Lázaro, del centro, y, porque además Augusto había estado conmigo en Chile, había estado conmigo en Etiopía, yo sabía que Augusto sabía disparar. Lázaro y yo habíamos estado en Angola juntos en la guerra. Entonces, por si aquello se pone difícil y hay que esconderse y tirar tiros, por lo menos sé con quién estoy, el problema era Sareskita, que era la novia de Rodrigo, y entonces, digo, bueno, Sareskita, cargamos con ella, si se pone malo aquello.

Y fuimos para allá y cantamos durante 11 días, hicimos 10 ó 12 actividades en La Paz, en Sucre y en Cochabamba. Y el último día, que ya habíamos terminado de cantar, teníamos dos días para regresar, se produce el conato de golpe de Estado. Nosotros no sabíamos que era el golpe de estado y fuimos a un lugar, donde debíamos ir en caso de que se diera -no debo decir dónde, porque aunque ya está muy quemada la persona, pero no vale la pena, mejor no-, y nos agarraron en el camino y dijeron: “pasaportes cubanos”, e hicieron zafra con nosotros. Tenían a un grupo de gente detenida en un paredón y los sacaron de allí y nos dejaron a nosotros. Entonces ahí nos tiraron contra el paredón de espalda y nos fusilaron. Claro, que de mentirita. Igual a uno se le aflojan las patas, es terrible, porque no hay mucha gente que pueda decir: “¡chico, a mí me fusilaron!” y luego hacer el cuento. Uno de los pocos es Miguelito Mármol, un patriota salvadoreño que lo fusilaron dos veces y se murió de viejo aquí en Cuba.

Amaury. Yo recuerdo que algunos de ustedes llegaron golpeados.


Vicente. Todos, nos hicieron puré, o sea, estuvieron dos horas practicando kárate con nosotros. Yo llegué con dos costillas rotas; Sareskita con un riñón desprendido, Augusto casi no podía caminar y Lázaro es de goma. Augusto con la cabeza rota Augusto; yo no, porque la cabeza mía realmente es indestructible. La única vez que me partí la cabeza perdí el conocimiento.


Amaury. Bueno, salimos de ese momento terrible, pero llegamos a Aurora. Aurora la de ahora, porque había una Aurora en Matanzas…

Vicente. Sí, mi bisabuela.


Amaury. La Aurora de ahora, porque Aurora ha sido…


Vicente. La sexta esposa de Vicente VIII.


Amaury. Sí, Aurora ha sido para ti una persona muy importante. Además Aurora es una gran persona y ha sido una esposa, yo puedo asegurarlo, ¡vaya! no vivo con ustedes, por supuesto, pero los conozco hace muchos años… ¿Cómo la conociste? ¿Cómo se conocieron? ¿Cómo ocurrió eso?


Vicente. Azar del destino. Aurora era amiga de todos los trovadores, menos de ti, que eras el más jovencito. Conocía a Silvio, conocía a Noel, conocía a Pablo y pensaba que yo era un cantante latinoamericano, porque conocía una canción mía, una de mis primeras canciones, al Che, “Una canción necesaria” y la tenía montada en el Pre con un sketch, ella trabajaba en el Círculo Social “Cristino Naranjo” con Corina Mestre, era oficial del MININT y había estudiado Historia del Arte.

Un día me encuentro a Corina, digo: ¡coño, Corina! ¿cómo tú estás?, qué se yo. Y veo a una muchacha preciosa que me da dos pestañazos, es la versión que yo hago, ella hace otra, como es natural, ¿no?


Amaury. Estoy entrevistándote a ti, cuando la entreviste a ella, ya le preguntaré.


Vicente. Sí, entonces dio dos pestañazos y dije: ¿Qué es esto, nagüe? ¿De dónde salió esta mujer? Unos ojos preciosos, chiquitica. Era la antítesis de todas mis mujeres, tú las conoces, todas han sido grandes.

Amaury. Todas altas.


Vicente. Tipo rubias, esta era chiquitica, patiflaca, en fin, no voy a decir sus virtudes.

Amaury. Sí, porque esas son sus virtudes.


Vicente. Claro, claro, pero me fundió, digo: ¿esto qué es? Y ahí nos fundimos ya, nos empatamos…

Amaury. ¿Cuántos años hace?


Vicente. 31. No es poco.


Amaury. No, está bien, para aguantarte a ti, son muchos.


Vicente. Vamos a ver. Yo creo que una pareja no es de un sólo lado y lo más interesante, que es una cosa que sí me gustaría decir, y que quiero, o sea, nosotros no hemos sido una pareja, nosotros hemos sido como cinco, seis o siete parejas porque hemos tenido crisis tremendas, las mismas crisis que yo tuve con todas las parejas anteriores que exploté y me fui y de pronto Aurora ha tenido la extrañísima, curiosa virtud, de que yo me voy, pero de alguna manera regreso y ella me insulta, pero, ven.

Amaury. Pero te recibe.


Vicente. Porque esa es la pareja, las parejas tienen crisis y a veces esas crisis revientan una pareja. Si son lo suficientemente, no sé qué, cuál es el adjetivo, pero sobre todo si se gustan, más que si se quieren, que si se aman o no… si se gustan, porque la piel es la que define al final, si se gustan, yo creo que hay que empezar de nuevo eso. Sobre las ruinas de aquella pareja, otra nueva.

Amaury. ¿Cuántos hijos tienes, Vicente?


Vicente. Yo tengo tres hijos. Víctor…


Amaury. ¿Víctor también es músico, no?


Vicente. Víctor sí. Dicen los guitarristas de rock, que es un buen guitarrista de rock, Víctor Feliú. Cristian Soria, que no lleva mi apellido, pero eso es muy complicado y Aurorita, que canta, más que todo, pero es actriz, se graduó de actriz.

Amaury. ¿Todavía no tienes nietos, no?


Vicente. Tengo una nieta.


Amaury. ¿De Víctor, no?


Vicente. Sí, que va a ser bailarina.


Amaury. ¿Cómo se llama esa?


Vicente. Esa se llama Laura.


Amaury. Bueno, bueno… ¡No tenemos otra Aurora, o Vicenta!


Vicente. No, no. Laura.

Amaury. ¿A quién tú le hiciste “Créeme”? Porque la gente tiene una idea, pero a alguien tú le estás diciendo “créeme” y, no creo que sea específicamente al público…

Vicente. No, no chico, no sé…


Amaury. Tú no eres tan populista para hacer una canción…


Vicente. Yo estaba con una muchacha en aquellos meses de abril, con varias muchachas en realidad, de abril del 75 y supongo que en la madrugada por la tonalidad original en que la hice salió “Créeme” de arriba abajo. La primera persona que la oyó fuiste tú, ¿te acuerdas?.

Amaury. Sí, bueno, yo sé, por eso te hice la pregunta.


Vicente. En un acto en el que estaba Carlos Rafael y no sé quién más. Estábamos todos; Sara, Pablo, Noel, tú, yo. Yo te dije: ¡coño, Amaury, oye esto! Tú me dijiste: ¡tienes que cantarla ahora mismo! ¡Bueno, no me la sé! ¡Tienes que cantarla ahora mismo y ya, y pa´siempre! y yo dije ¡ño!, no me la sabía, estaba con la letra ahí…, era en La mayor, imagínate tú, ahora en Do me queda comodísima, por tanto supongo que la hice de madrugada para no despertar al barrio entero, a los vecinos. Acuérdate que yo vivía en la azotea de Neptuno.


Amaury. Es una canción que la gente te identifica y siempre hay un descreído por ahí que dice: ¿Por qué Vicente dice: “créeme que quiero ser machete en plana zafra”? Y les digo, es que ustedes no conocen a Vicente, Vicente sería incapaz de mentir ni en una sola oración. Si él quería…, si en la canción él puso: “créeme que quiero ser machete en plena zafra…”

Vicente. …Ya había sido machete en plena zafra…Desde el 62.


Amaury. Hay una pregunta que no puedo obviar y que quizás es una pregunta que te entristezca, y me entristece a mí hacértela. Yo quiero hablar de Noel, que tú me hables de Noel.


Vicente. Mira, Noel yo lo conocí en marzo del 68, en aquel concierto de los tres trovadores, que se amplió a seis, al cabo de un rato en la Casa de las Américas. Ahí yo vi por primera vez a Martín, a Eduardo y a Noel. A Silvio lo conocía y a Pablo de lejos. Al otro día voy a casa de Argelia, a casa de Silvio, en Gervasio, y abre la puerta Noel. ¡Coño, Vicente pasa!, ya, amigos para siempre, para toda la vida. A partir de ahí, pues nada, hermanos, qué te voy a decir.

Siempre me acuerdo que Noel era muy crítico, en el mejor sentido de la palabra y en el peor también, pero en esto que te voy a decir, era el mejor. Decía: en esta canción, te me estás pareciendo a Fulano, este verso no es tuyo, dale vuelta, o sea, era un taller lo que hacía conmigo sin yo preguntárselo, pero era lo que hacíamos habitualmente. Nos cantábamos todo lo que teníamos.

Noel vivía muy cerca de donde yo vivía, el cuartico aquel de la calle San Nicolás no tenía agua, era cuando el agua viniera, que era no sé cuándo. Cuando el Niño o la Niña, qué sé yo, cuando hubiera agua, entonces él cargaba con la ropa en una mochila y con los platos sucios en la otra y a mi casa a fregar y a lavar, con Esther. Esther era casi la mamá de Noel, era más mamá de Noel que mía y teníamos un vínculo muy grande.

Amaury. ¿Qué significó su muerte para ti, para ti personalmente?


Vicente. Chico, no ha significado nada porque Noel no está muerto. Qué te voy a decir, yo no extraño a Noel, yo descargo con Noel. Estuvimos años sin hablarnos porque Noel era una cosa increíble. Siempre he dicho que Noel se avergonzaba de su ternura. Uno de los tipos más tiernos que yo he conocido en toda mi vida y después de mucho tiempo que no nos hablábamos, me acuerdo que estábamos en casa de Silvio, en un cumpleaños de Silvio, y entonces esa noche Noel canta una canción que a mí me hubiera gustado haber vivido, haber compuesto, haber sido Noel Nicola -no es que la hubiera compuesto yo- haber sido él, que es “Laura, milonga y lejanía”… Entonces cuando terminó de cantar la canción, le partí pa arriba, me le senté en las piernas, le quité la guitarra y le di un beso en la boca. Y le dije: ¡Noel, basta ya, basta ya!

Entonces ya, se acabó el cuento, todo el mundo se murió de la risa, Liudmila dijo, “al fin”; Aurora dijo, “al fin”, y ya, se acabó el cuento. Y nada es así… Cuando Bolivia, por ejemplo, cuando regresamos de Bolivia, de aquella historia que hicimos, estaba todo el mundo en el aeropuerto, fueron a recibir a los mártires de Bolivia, aquella historia que se dio tan sencilla, tan cómica. Y entonces el único que no estaba era Noel. ¿Por qué no estaba Noel? Porque estaba con mis tías, con mis viejas en Neptuno. Dijo: “No, no, yo espero aquí, no vaya a ser que a las viejas le de una terepe y entonces yo estoy aquí”. Después de toda la entrevista, la rueda de prensa en Casa de las Américas, que dimos ahí, todo lo que pasó, que llegamos como cuatro horas después a la casa, cuando subí, Noel me dijo: “¿Y qué, Bárbaro? Aquí están tus viejas, voy echando”. ¿Te das cuenta?, el detalle, el detalle, porque Noel era de detalles.


Amaury. ¿Cómo persona, cuál es tu mayor éxito, no como artista, como persona, tú mayor éxito y tú mayor fracaso?

Vicente. Mira, yo no tengo idea, no sé.


Amaury. Te arrepientes de no haber hecho algo.


Vicente. No, mira, yo no me arrepiento de nada. Lo que hice bien, bárbaro. Lo que hice mal, lo hice. Lo bueno, creo que de las cosas que uno ha hecho mal, ¿cómo es que decía Chaplin? Me encantan mis errores. No quisiera renunciar a la dulce posibilidad de equivocarme, o algo así.

Creo que lo que ha hecho mal uno, tiene que revisar para no volverlo a hacer, para no meter la pata en el mismo lado. Pero, pero nada, yo no sé, éxito, yo creo que sí, que he tenido éxito. Pero lo que sí he tratado de estar en todos los lugares donde he debido estar, y he estado en unos cuantos. También he estado en algunos donde no debía estar nunca, pero bueno, pasa, suele ocurrir.


Amaury. Entonces yo me voy a tomar la libertad de decirte cuál es tu mayor éxito y, eso es complicado: ser una buena persona. Tú eres una buena persona, un hombre decente y un hombre bueno, un buen amigo. Y yo creo que ese es un éxito del que uno puede vanagloriarse, incluso presumir de eso. Bueno, aquí al ladito mío, hay un animalito que tú hace rato que lo estás mirando, en este programa no se canta, ya sabes que no…

Vicente. Esto es una emboscada.


Amaury. …Que no se canta.


Vicente. Pero como tú me vas a hacer cantar, esto es una maravilla que me regaló…

Amaury. Eso es una belleza.


Vicente. Esto es una belleza, una petaquita bellísima que me regaló Elisa Berta, que es una artista tremenda, de Granada, cuyo esposo se llama Juan Trova.

Amaury. Vicente se sirve agua en esa cosita, no vayan a pensar que está tomando alcohol en televisión ni mucho menos…, eso es agua…


Vicente. Agua que te quema y no te quita la sed, como decía Juan Formell.


Amaury. Es agua de 90 grados…


Vicente. …95, es vodka


Amaury. Vamos a cantar y así es una manera como medio original de terminar un programa ¿por qué no? no terminamos nunca un programa así. Bueno, ¿qué cantamos?

Vicente. Vamos pa atrás, la que nos parió a todos.


Amaury. Vieja Trova.


Vicente. El que nos parió a todos, (Sindo Garay). Es la introducción…,”Perla Marina”…

Perla marina,
que en hondos mares
vive escondida
entre corales.


Celaje tierno
de allá de Oriente
tierna violeta,
del mes de abril.


Tú eres el ángel
con quien yo sueño
extraño idilio
de los poetas.


Alma sublime
para las almas
que te comprenden
fiel como yo.


Amaury. Muchas gracias, Vicente, te quiero mucho.





viernes, 11 de noviembre de 2011

Alfonsina y el Mar

Muchos habrán escuchado la canción “Alfonsina y el Mar”, compuesta por los argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, tema con el cual se cumple el póstumo homenaje a quien fuera la poetisa argentina Alfonsina Storni, sin bien nacida en Suiza (1892), vivió en Argentina desde los tres años aproximadamente y formó parte de la corriente poética del modernismo.
Alfonsina fallece en 1938, producto de un cáncer de mama que devino en una mastectomía que le produjo fuertes dolores y una profunda depresión. Fallece en Mar Del Plata anunciando con dos cartas ambiguas dirigidas a su hijo la inevitable partida. Además, deja un poema de despedida que fuera publicado en el diario La Nación de Buenos Aires poco después de su muerte y cuyo texto da origen a la emblemática canción.
Es necesario señalar que – como se habrán dado cuenta – la versión del suicidio poético internándose en el mar, no es otra cosa que un delirio de alguien que todavía cree a pie juntillas en las letras de las canciones, dejando de lado el aspecto metafórico que – casi siempre – contienen. Se suicida arrojándose desde un espigón, según dicen, ya que el hecho mismo del suicidio no ha sido probado del todo. 
La canción fue expuesta -según tengo conocimiento – por primera vez, en el disco de la muy querida Mercedes Sosa “Mujeres Argentinas”, lanzado en 1969. A partir de alli ha sido interpretado en casi todos los idiomas y por un sinnúmero de cantantes, aunque a mi modesto parecer, nadie ha superado o siquiera igualado la versión inicial.
Mención aparte merece la versión – en vivo – de mi hermano Camilo Félix, que en las noches de La Oveja Negra del Cusco consigue llenar de olas el escenario y situarnos a orillas del mar de Alfonsina.
Comparto con ustedes el poema de su despedida y notarán las semejanzas con la letra del tema “Alfonsina y el Mar”.

Voy a dormir (Alfonsina Storni)

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias...

Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...