jueves, 26 de abril de 2012

A mi señora de los lobos (4 poemas de Carlos López Degregori)

La Cita

Mañana se cumplirá otro año y no la encontrarás.
No acudirá puntual a esta plaza-de-lima vestida
de astillas multicolores y de trapos.
Preguntarás por ella inútilmente. Nada sabrán
los niños, los vendedores de plomo estrellas
amuletos, los mendigos, el mono
y el palo verde de la suerte del organillero.

La buscarás en 1994 en la luz rosada de las cárceles,
en los camales, en los fantasmas y olores
de cada dormitorio.
Enviarás miles de cartas.
Llamarás con una lengua marchita a todos
los teléfonos.

Pasará 1995
y nadie te habrá visto.
Ninguno recordará tu nombre, las marcas terribles
o perfectas de tu rostro,
si te parecías a una santa,
a una corza,
a un rabel,
si volabas gallinazos.

Y nadie podrá ya decir si cuando reías se incendiaba
una vara de membrillo, si eras hermosa
o jorobada.

Llegará 1996 con un perro baldado.

Aparecerá un nuevo cometa en 1997 y despertarán
en sí pared los edificios.

En 1998 nacerán flores siamesas.

Y cuando termine 1999 y sólo llueva querosene
acudirás puntual
a esta plaza-de-lima otra vez
y entonces puede que la encuentres

pero ya será tarde.



Un Granizo Muy Blanco
He debido esperar muchos años para que al fin
me recibieras.
Probé todos los filtros. Me hice de cajas de cuerda,
flores, talismanes
que dejaba en tu casa sin que lo notaras.

Recuérdame corriendo el picaporte.
Oculto entre los árboles enanos y rojos
que dan vueltas al jardín
o en el clavo que sostiene una fotografía
sin rastros de sonrisa.

Escúchame en la nota fatal de una mano
con las uñas comidas
que hace retroceder al piano,
en las palabras que trizan tus gafas y vuelan
el pañuelo.

Que el vino esté dispuesto y la comida caliente.
Los cubiertos vivos como gatos.
El reloj será un canario y el canario un ratón
y el ratón una trampa
o una jaula de música.

Bailaremos.
Crecerán brasas en el baño, en el armario,
en la cocina.


Caminarán autómatas los trajes.

Y cuando por la mañana tenga que marcharme
y escuches dormida el picaporte
un granizo muy blanco irá cayendo
un granizo muy blanco hasta cubrirlo todo.



La boda
En Aldebarán nadie tiene ojos. Las pocas flores que allí crecen
huyen de los fogones.

Las bestias y los hombres se esconden terrosos
apretados
enferman con la luz.

No sé por qué me invitaron a una boda en Aldebarán
o fue por risa
o por crueldad
pero allí estuve
y ahora de regreso sólo puedo decirles
que en Aldebarán los ciegos se casan con las ciegas
y danzan hasta morir en su fiesta de carbones
golpeando palos
campanillas
con sus caballos de fieltro
con sus perros que ladran a los ruidos
y cuando ya nadie queda
cantan al final ciegos los gallos
anunciando
ninguna claridad.



A mi señora de los lobos
Nada es más carbón que tu nombre encendido de carbones.
Nada es más puerta que derribar todas las puertas
hasta que mis pies y manos
se deshagan.

Nada es más largo que abordar un taxi para buscarte
en las calles vacías
o reventar persiguiéndote
miles de caballos.

Nada es más santo
que implorarle al santo
para que te traiga con sus disciplinas.

Nada es más oscuro que amenazar al farero
para que se atreva a iluminarte.
Ni en la noche ni en el día ya te encuentro,
Mi Señora de los Lobos,
ni en la cabecera de la cama
ni en los pies
ovillada de espinas.

Y es muy difícil no saber
si reinas en los sótanos,
en las torres,
en las carnicerías,
en la blancura que abraza silenciosa
a los cuerpos dormidos.
he aprendido a maldecirte,
Mi Señora de los Lobos.
He probado la risa, el olvido, la crueldad:
y si deben pasar así mis años
sólo una cosa voy a pedirte:
ruega para que no desista:
ruega para que sea de nieve
por ti
mi última palabra.

miércoles, 4 de abril de 2012

Poemas para una Semana Santa

 Tres poemas para repasar esta Semana Santa en la espera de la oportuna reflexión por cada uno de nuestros actos. NO olvidar que mañana 5 de abril se conmemoran 20 años del golpe de estado del siniestro Alberto Fujimori, quien celebra cumpleaños en su celda de la DIROES con el acompañamiento musical de “Los Iracundos”… felizmente ése es un preso sin privilegios.

Me encanta Dios (Jaime Sabines).
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos.
Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien.
Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre de traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida - no tú ni yo -, la vida, sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae?
Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o pintael cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.
Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mi me gusta, a mi me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

Quien Sabe (Mario Benedetti)
¿Te importa mucho que Dios exista?
¿te importa que una nebulosa te dibuje el destino?
¿que tus oraciones carezcan de interlocutor?
¿que el gran hacedor pueda ser el gran injusto?
¿que los torturadores puedan ser hijos de Dios?
¿que haya que amar a Dios sobre todas las cosas
y no sobre todos los prójimos y prójimas?

¿Has pensado que amar al Dios intangible
suele producir un tangible sufrimiento
y que amar a un palpable cuerpo de muchaha
produce en cambio un placer casi infinito?
¿acaso creer en Dios te borra del humano placer?
¿habrá Dios sentido placer al crear a Eva?
¿habrá Adán sentido placer cuando inventó a Dios?
¿acaso Dios te ayuda cuando tu cuerpo sufre,
o no es ni siquiera una confiable anestesia?
¿te importa mucho que Dios exista? ¿o no?
¿su no existencia sería para tí una catástrofe
más terrible que la muerte pura y dura?
¿te importará si te enteras que Dios existe
pero está inmerso en el centro de la nada?
¿te importará que desde el centro de la nada
se ignore todo y en consecuencia nada cuente?
¿te importaría la presunción
de que si bien tú existes
Dios quién sabe?

Espergesia (César Vallejo)
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.


Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.


Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.


Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...


Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.

Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...

Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.