Apareció este post en la versión digital de La República, un puinto de vista que vale la pena tomar en cuenta.
La pesadilla de la caverna
Mar, 29/03/2011 - 05:00 Por Nelson Manrique
Las encuestas de CPI e Ipsos/Apoyo contribuyen a despejar incógnitas a dos semanas de las elecciones. Ollanta Humala ocupa el primer lugar en ambas encuestas seguido de cerca por Keiko y Toledo, en un virtual empate estadístico. Son interesantes las tendencias que se han venido dibujando durante la última semana: Keiko y Castañeda permanecen estacionarios en 19 y 14 puntos respectivamente, Toledo ha bajado entre 3 y 4 puntos, PPK se ha detenido –ha crecido solo un punto– mientras que Humala ha subido entre 4 y 5.5 puntos. Contra lo que podría hacer creer la formidable campaña propagandística de PPK, esta semana Humala lo ha superado en velocidad de crecimiento por cinco veces. Ollanta Humala debe pasar a la segunda vuelta, lo cual constituye un escenario de pesadilla para la derecha, como lo dicen textualmente numerosos post de seguidores de la edición electrónica de El Comercio. Como se predijo, en el campo de la derecha han sonado todas las alarmas, aunque tan tarde que es de admirar el escaso conocimiento que tiene la caverna acerca de su país. Hasta aquí desdeñaron a Humala porque daban por supuesto que todos piensan como piensan ellos. Las encuestas han venido señalando tercamente que más de un 70% de los peruanos (73% hoy) pide cambios y solo Humala ofrece realizarlos; sorprende que no creyeran posible una sorpresa. Pero, como siempre, decidieron que en tanto ellos están contentos por lo bien que les ha ido durante estos años, todo el mundo debe estar feliz, aunque solo una pequeña minoría haya participado de los beneficios del crecimiento. Y su falta de sintonía con el país vuelve a mostrarse cuando aún así siguen creyendo que van a perjudicar a Humala presentándolo como el “antisistema” o agitando el cuco de que pretende cambiar el modelo económico: precisamente lo que las tres cuartas partes del país está demandando. Estas dos semanas se va a tratar de crear una atmósfera de terror, como se intentó contra Susana Villarán. EC –el vocero más modoso de la caverna– ha abandonado cualquier pretensión de ponderación y objetividad para desatar la guerra sucia contra Humala. En Correo, Aldo M. invoca el patriotismo de los electores para convencerlos de votar por PPK o por Keiko, mientras que ya insinúa el pedido a Castañeda de que se sacrifique por la patria, renunciando a su candidatura para impedir el triunfo de Humala. Hizo lo mismo en parecidas circunstancias durante las pasadas municipales: primero cubrió al pastor Lay de alabanzas, para convencerlo de que retirara su candidatura en favor de Lourdes Flores, para luego llenarlo de improperios, cuando no se plegó a su genial idea. Al menos de esta cantera recibirá elogios Castañeda las próximas dos semanas. Si en la segunda vuelta se enfrentaran PPK y Humala, este correría con ventaja: debe ser el sueño de un nacionalista enfrentarse a un contendor que ha jurado lealtad a los EEUU. PPK, luego de faltar a la promesa que hizo en diciembre de renunciar a la nacionalidad USA, promete ahora, como premio consuelo, renunciar a su pasaporte estadounidense… si es elegido presidente. Chistes aparte, lo que está en juego es el valor de su palabra. Aparte de abjurar “toda lealtad y fidelidad” al Perú, PPK ha jurado públicamente: “apoyaré y defenderé a la Constitución y las leyes de los EEUU de América contra todo enemigo extranjero y nacional… profesaré fe y lealtad reales hacia el mismo… portaré armas bajo la bandera de los EEUU… prestaré servicio como no combatiente en las Fuerzas Armadas de los EEUU… lo juro ante Dios” (http://www.uscis.gov/files/article/M-476_Spanish.pdf, p. 28). Este juramento se mantiene vigente porque no ha renunciado a él. Si en un conflicto de intereses PPK defendiera al Perú traicionaría su juramento de lealtad a los EEUU, y entonces no se qué valor se podría dar a su palabra. Mientras que, para honrar su juramento, tendría que defender los intereses norteamericanos contra el Perú, y entonces habríamos elegido un virrey. To be or not to be: that is the question.
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