miércoles, 30 de mayo de 2012

TRES POEMAS DE SERGIO SULLCA…




En este Blog siempre hay poesía, por lo menos la mayoría de veces. No puedo, entonces, dejar de compartir con ustedes – como él lo hace conmigo – los poemas de mi amigo Sergio Sullca… quien ahora mismo se encuentra “donde las papas queman”, por el conflicto en la provincia cusqueña de Espinar y con serio riesgo de ser detenido por las fuerzas de un “orden” que hasta ahora me parece que lo única que hacen en éstos casos es generar más desorden.
Los poemas que a continuación les comparto pertenecen al poemario “Por Esa Margen Derecha”, no puedo guardarlos por más tiempo privándolos del talento del “Sullca” como a él le gusta que lo llamen.
Sergio es un poeta cusqueño, marginal e ilustrado, orgullosamente libre.  Vecino de la Margen Derecha del Cusco, lugar desde el cual se ve – con maravillosa claridad – toda la ciudad, sus orgullos y sus heridas.
Con autorización previa, aquí van:

UN MOMENTO MUY COMÚN POR ESTOS LARES

Una interjección atraviesa este cuello
esta falta de "algo" me debilita
un ¿qué pasa, qué está pasando?
me tiene del intestino grueso 

Estoy harto de razones fofas
que me tomen de tonto
que me digan misio
que no me amen
que me juzguen
que no me inviten a las fiestas
que me digan dos más dos es cinco
y que en la Margen Derecha sólo viven delincuentes

Estoy podrido de la gente que vive al otro lado del río
que no alcanza sus manos
y sólo se dedica a criticar
aquí no hay poesía hay sólo
reclamos, impotencia, quejas y maldiciones
no hay ternura, no hay besos, no hay abrazos…

Esta ansiedad
le debe un matecito de coca a esta boca
y esta situación inmerecida
le debe una explicación a este pobre muchacho
 
TRATADO DEL PERO

Tantos peros
tienen la entraña de tantos monstruos
que para nada son los apocalípticos
-por cierto-
son tan del pecho destos cuerpos
y dolor que duelen
pueden alcanzar niveles tributarios

Pero no lo harás
pero no lo quieres
pero no saldrás
pero no irás
pero no eres capaz

Los peros evolucionan hasta ser condicionantes

Pero si lo haces no te conviene
pero si lo quieres tienes que pagar
pero si sales ten cuidado
pero si vas no vuelvas
pero si eres capaz atente a las consecuencias

Incluso pueden llegar a ser compuestos

Pero si lo haces y no te conviene quedarás
perjudicado
pero si quieres y no tienes para pagar quedarás
frustrado
pero si sales y no tienes cuidado será peligroso
pero si vas y no vuelves yo sufriré mucho
pero si eres capaz y te atienes a las consecuencias
te quitarán hasta la camisa

Ah...mi amigo iluso
mi pobre amigo
mi pobre y triste consumidor
los peros te cantarán
"No somos nada...no somos nada..."
que tal caray... que tal
estos son sólo ejemplos

Hay peros pesimistas

Pero no te escucharán
pero te dirán desadaptado
pero no te responderán
pero te harán papilla

Hay peros que exhortan

Pero sé bueno sí
pero procura
pero no camines a prisa
pero ten presente

Obviamente estos peros no están en su función
conjuntiva gramatical

Están arriba y abajo
adentro y afuera
aquí y allá
son los peros tuyos y
los peros míos

Hay peros que retan

Pero no te corras
pero atrévete
pero dame un golpe en el rostro
pero ve y conquístala

Hay peros que acusan

Pero eres un traidor
pero tú espiabas por la ventana
pero fuiste tú quien me sedujo
pero si ustedes son unos...

Hay de los que suplican

Pero por favor ven a mí no seas tan mala
pero inténtalo inténtalo
pero ten piedad de nosotros
pero acepta esta nueva luna de miel

Los hay de aquellos que duelen

Pero ella ya está con otro
pero qué le hacemos resígnate
pero lárgate pero ya fuiste viejo ya fuiste

Ni qué decir de los que preguntan o exclaman

Pero quién eres tú?
pero qué has dicho!
pero poqué?
pero cómo!

Y para la fatalidad hay peros que matan

Pero basta sí basta
pero la enfermedad es irreversible
pero es el final
pero olvídate de mi no te amo
pero desaparece
pero muérete

caramba... caramba...
no hacen falta látigos
sólo nos queda contraer los dientes
"así será pues" decir
y lo que sigue es callar...
después de un pero

LA PROMESA DE LA SONRISA

Las sonrisas de las personas
son como las cometas de agosto
nos anuncian algo

que alguien se socorre
o que llegaron
los vientos

las sonrisas de las personas
son como las primeras lluvias
nos anuncian algo

que alguien nos promete
o que llegó la primavera

las sonrisas de las personas
son como las campanas
nos anuncian algo

que alguien está presto a
ser bueno
o que hoy es domingo

y las sonrisas de las personas
son como los aviones que aterrizan
nos anuncian algo

que alguien pasa un lindo
instante
o que llegaron las noticias

por tales considerandos sonrían siempre por favor

nunca digas nunca dice un dicho
y nunca digas siempre digo yo
el nunca y el siempre
son dos extremos de la vida
a los que no podemos exponer nuestra humanidad
sin embargo
podemos decir que sonreiremos siempre

prométanlo
y permitan que sea yo
el que les tome la promesa

levanten la mano derecha palma abierta

prometen ustedes por vuestros amores
que sonreirán siempre

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siendo así
sus amores y yo lo agradecemos

miércoles, 16 de mayo de 2012

Moussa, el Tuareg (Entrevista a Moussa Ag Assarid)

El año 2007, Víctor M. Amela publicó en la revista digital La Vanguardia, una entrevista que realizó a Moussa Ag Assarid, miembro de de una familia de nómades tuaregs y que publicó el libro “En el desierto no hay atascos”, donde describe el impacto que le produjo a este "señor del desierto" conocer el mundo occidental, ya que el año 1999 viajó a Francia para estudiar en la universidad.
Pese a que pudo - en mi modesto parecer - ser una entrevista mucho más ilustrativa y productiva, es corta pero importante. El entrevistador, desde una inocultable visión eurocentrista se dedica más a exclamar que a indagar, revelando una fascinación parisina, contemplativa y turística respecto de esa "exótica" población con tan "extrañas" costumbres.
En cualquier caso, siempre es importante conocer puntos de vista distintos que nos ayuden a mejorar, por que para eso estan la lectura y por supuesto, los viajes.
Por: Víctor M. Amela

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles…!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

¡Qué turbante tan hermoso…!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo…
A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados…

¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

¿Por qué?
Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

¿Quiénes son los tuareg?
Tuareg significa “abandonados”, porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: “Señores del Desierto”, nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

¿Cuántos son?
Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece… “¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!”, denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican?
Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio…

¿De verdad tan silencioso es el desierto?
Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba… Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre… Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

¿Sí? No parece muy estimulante. ..
Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas… Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

Saber eso es valioso, sin duda…
Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro…

Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja…
Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté… Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua… y sentí ganas de llorar.

Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso…

¿Tanto como eso?
Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos… Yo tendría unos doce años, y mi madre murió… ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

¿Qué pasó con su familia?
Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa… Entendí: mi madre estaba ayudándome…

¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo…

Y lo logró.
Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

¡Un tuareg en la universidad. ..!
Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella… Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra… Aquí, por la noche, miráis la tele. Sí… ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa… En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde…

Fascinante, desde luego…
Es un momento mágico… Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor… La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor…

Qué paz…
Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

martes, 8 de mayo de 2012

Te dan y te dejan

Alguien decía que “un día más es un día menos”, de lo cual se puede inferir que un año más es un año menos.
Los días que rodean a un nuevo cumpleaños suelen estar cubiertos de susceptibilidades y asaltos, de silenciosos engreimientos que nos avientan a los abrazos de los amigos y de la gente que nos quiere (aunque parezca increíble, existe esa gente).

La vida te regala unos minutos más para que hagas bien lo que hiciste mal, para que finalmente se cumplan algunos sueños que siempre te acompañaron y cuya realización postergas como si fueras inmortal. Un año más (o menos?) que me permite empezar las tareas largamente escondidas.

El viernes 27 de abril – como una lección para todos – la persona que más vida nos inculcaba, pese a su sabia edad, nos dejó en circunstancias que no vale la pena mencionar. Lo concreto es que nos dejó entre la conmoción y la tristeza.

Eleonor Weiss nos dejó cuando yo esperaba su abrazo y los demás – cual comensales de un comedor popular de ternura – esperaban la dulce caricia de su presencia.

Estoy seguro que en alguna parte (como diría Mario Benedetti) la muerte no sabe qué hacer con tanta vida.

Adiós Eleonor… poco a poco, adiós ...