Alguien decía que “un día más es un día menos”, de lo cual se puede inferir que un año más es un año menos.
Los días que rodean a un nuevo cumpleaños suelen estar cubiertos de susceptibilidades y asaltos, de silenciosos engreimientos que nos avientan a los abrazos de los amigos y de la gente que nos quiere (aunque parezca increíble, existe esa gente).
La vida te regala unos minutos más para que hagas bien lo que hiciste mal, para que finalmente se cumplan algunos sueños que siempre te acompañaron y cuya realización postergas como si fueras inmortal. Un año más (o menos?) que me permite empezar las tareas largamente escondidas.
El viernes 27 de abril – como una lección para todos – la persona que más vida nos inculcaba, pese a su sabia edad, nos dejó en circunstancias que no vale la pena mencionar. Lo concreto es que nos dejó entre la conmoción y la tristeza.
Eleonor Weiss nos dejó cuando yo esperaba su abrazo y los demás – cual comensales de un comedor popular de ternura – esperaban la dulce caricia de su presencia.
Estoy seguro que en alguna parte (como diría Mario Benedetti) la muerte no sabe qué hacer con tanta vida.
Adiós Eleonor… poco a poco, adiós ...
yurisito...cada día te quiero más
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