viernes, 2 de noviembre de 2012

Toño Cisneros....



Escribí este post un día después de su sorpresiva muerte el pasado 6 de octubre. Tantos homenajes - todos merecidos - me  hicieron desistir de su inmediara publicación. Éste es un pasaje de la forma en que conocí a Antonio Cisneros, a quien después vería en otras ocasiones, pero fue esa noche la que despertó esta admiración por el personaje detrás del poeta. Espero les guste...
 
Lo conocí como muchas otras personas, en circunstancias extrañas. Corrían los años 90, Fujimori y Montesinos administraban el Perú cual comisaría de torturadores y exterminadores. Estaba junto a mi amigo Juan Luis Zapata, buscando un bar y los tragos que nos ayudaran a procesar una jornada literaria, habíamos asistido al I Coloquio de Literatura Peruana que se llevó a cabo en Cusco y después de haberlo escuchado leyendo sus poemas, como por un impulso, caímos en cuenta que éstos tenían que ser combinados con un buen cigarro y un mejor ron, maridaje obligado.
Nos sentamos y ordenamos los elementos propios de la buena conversación. No habían pasado ni treinta minutos de iniciado el ritual de la palabra cuando lo vimos entrar, ¿es él?, dijo Juan Luis, yo no estaba seguro, ya que la penumbra del pub cusqueño no lo permitía (es como si la gran mayoría de pubs cusqueños tuvieran un pacto con la oscuridad para evitar ver sus propias miserias), pero era quien creíamos que era y como si se tratase de una reunión ya pactada se sentó en nuestra mesa, supongo que al percatarse de que lo habíamos reconocido. Él había ingresado a ese oscuro local en busca de parte de la delegación que estaba en lo del evento, preguntó por Rocía Silva Santisteban y por Abelardo Sánchez León… felizmente (no pido disculpas por así decirlo) no los encontró y allí, sentado con nosotros nos advirtió – sin mayor preámbulo – que él no iba a tomar eso que estábamos tomando porque era diabético y además le encantaban los hospitales. Una jarra de cerveza, por favor.
Comenzó la conversación – aunque eso es mucho decir – ya que eran nuestras siempre asombradas preguntas ante un personaje cuya corporización no podíamos desaprovechar… el fondo musical no lo recuerdo mucho, aunque no dudo que haya estado a cargo de los Rolling, Inxs, etc. (en ese momento, como hasta ahora, la mayoría de pubs quieren parecerse al emblemático “Kamikaze”), y la música en vivo a cargo de algún grupo que se hace llamar “Latinoamericano” y que en realidad hace música boliviana y la vende como peruana.
Confeso militante del Sporting Cristal desde que era Sporting Tabaco y, por tanto, fumador empedernido en la época de la vida sana y del culto a la imagen. Recuerdo especialmente mi atrevida propuesta que él recibió con entusiasmo cómplice: así como hay un día del no fumador, deberíamos proponer el día de la no industria, para poner en evidencia las desproporcionadas reacciones ante determinados agentes contaminantes.  
Y la noche siguió entre nuestra atención y la risa y la admiración.
Sus viajes por detrás de la cortina de hierro, la magia de París desde la poesía, sus amigos y conocidos, Mario Benedetti y su inquebrantable sobriedad que – según decía – había hecho que nunca pudieran completar una velada acorde con sus expectativas.
Momento inolvidable que terminó con un partidito de fulbito con un plato de plástico en plena plaza mayor del Cusco, cuando rayaba el alba, hasta que llegamos a la puerta de su hotel cantando carnavales apurimeños.
Antonio Cisneros, gracias por tanta vida, por enseñarnos que el poeta no es el tristón de melancolía posera, sino el citadino feliz e intenso, el odiado y querido, el cantor de carnavales y el que siempre extrañaremos.
Hasta siempre Toño…

Para finalizar como tiene que ser, uno de sus poemas...
 
Una muchacha católica toca la flauta:

Tercer movimiento (Affettuosso)

Para hacer el amor

debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces
la muchacha no verá el dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.

De "Agua que no has de beber" 1966

De "Propios como ajenos" Antología personal
Editorial Inca, Lima, Perú 1989

2 comentarios:

  1. Yuri, buen post. Me gustó sobremanera la escena en la que ustedes, en la muy histórica Plaza de Armas, terminan en un, me imagino, intenso partido de fulbito, como consecuencia de previo fulvaso. Y de contexto, el amanecer.

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  2. Si Derik, fue una noche en que ninguna sílaba se dio por perdida, el hígado sufrió, pero cómo aplaudió el corazón !!!!

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