miércoles, 16 de enero de 2013

Mirando la huerta ... y el 2013


Esperé que transcurra la primera quincena del año que comienza para escribir algo en este blog. Ocurre que lo tengo descuidado por actividades que ni siquiera logro identificar con claridad, pero eso únicamente me convierte en un malagradecido para con éste Exilio Inmóvil que tantas satisfacciones me ha brindado durante su corta existencia.
Comienzo el año 2013 y con los ojos absortos ante lo que vendrá, comienzo a dar vueltas a lo que me gustaría que venga, a las cosas que quisiera recordar como balance positivo la noche de fin de año que nos espera muchísimo más adelante, siempre y cuando llegue a esa fecha y las “causas y azares” no interrumpan mi respiración.
En medio de los aspectos que recorro imaginariamente, rescato uno de los puntos que espero puedan concretarse:   la grabación de un disco con algunas de mis canciones, ahora que es tan fácil hacerlo, supongo que no hay excusas. Pasaron ya los tiempos en los cuales había que mirar la cara de los dueños de las contadas salas de grabación que habían en mi ciudad. Finalmente, si no se puede, te subes a un avión, aterrizas en Lima y asunto arreglado. Entrar a u  estudio de grabación para una producción mía, después de tantos años,me hará sentir - supongo - como un pingüino en el malecón de Iquitos.
Por otro lado están los íntimos anhelos respecto de asuntos que quisiera estén mejor que ayer, o por lo menos, que permanezcan como hasta ahora.
El 2012 se llevó gente invalorable y Caronte persiste en darle trabajo a su barca, espero que uno de estos días decida descansar. El 2013 podría ser su año sabático!!!

Escribo esto desde la humedad de una mañana, mirando como la huerta antes cuidadosamente cuidada, se ha convertido en impenetrable selva, donde acechan los fantasmas del dolor y la amargura. Felizmente Totó, ensaya sus primeros ladridos. Eso nos mantiene seguros.
Con las canciones atravesando mi garganta, los dejo con dos poemas de Carlos Germán Belli (Lima, 1927), que espero les gusten:

Acción de Gracias 

No, no sé bien si me veré en los altos
de una farmacia frente al Mar del Sur,
en una noche de Setiembre tibio;
en cambio amanecido a las orillas
de una laguna en medio del desierto,
exactamente nueve meses antes
(que Huacachina así se llama el punto);
no se cual será la visión postrera,
pero si estoy seguro que me iré
dándote, madre mía, eternas gracias
por haberme alumbrado en este mundo,
que aunque no hubiera sido un ser humano,
Si no piedra, o pescado, o vegetal,
ser tu vástago me bastara a mí.

Las Cosas de la Casa

He aquí la casa bien oculta
tras las nubes de la celeste bóveda,
preservándola de los fieros cacos
terrenales que alrededor acechan;
y así poder vivir metido en ella
en medio de una tibia paz siquiera,
aferrándose a las calladas cosas
que no dejan de estar a cada rato
acompañando como dulces seres;
porque al paso del día y de la noche
todo aquello que inerte y fiel yace
en las proximidades de uno siempre,
en el templado seno de la casa,
resulta parte de la invisible alma,
ya una sola naturaleza exacta.

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