lunes, 22 de febrero de 2010

Prohibido Fumar (un post de César Hildebrandt)


Aunque a estas alturas lo que voy a decir no sea muy creíble, no me considero un seguidor o (si se quiere) admirador del periodista César Hildebrandt, pero hay ciertos puntos de vista que comparto con él, de allí que me permito reproducir algunos de sus post con la finalidad que ustedes también puedan leerlos.
El post que a continuación transcribo es acompañado de dos fotografías de personajes absolutamente talentosos y geniales, uno de ellos fumaba y el otro aún lo hace, de allí que para la presente lectura se sugiere prender un cigarro y tomarse un buen café:

PROHIBIDO FUMAR (Por César Hildebrandt)
Ahora quieren poner la foto espantosa de un paciente de Cáncer en las cajetillas de los cigarrillos.
Así acatan a Fernando Vivas y compañía, esos jacobinos del buen aire y los pulmones olímpicos que se creen la personificación de la salud.
No entiendo bien.
Para esta sociedad, para este sistema de valores, está muy mal fumar.
Pero para esta sociedad y este sistema de valores sí parece estar bien (o por lo menos “no está mal”) beber como un cosaco ese trago que fabrica por piscinas la Backus –o como se llame ese latifundio de cebada- y que es responsable de la mitad de los crímenes violentos. Sí, me refiero a esa bebida que, en nuestra cultura, es sinónimo de machos al ataque y de hembras que esperan en la playa moviendo la cintura.
Está muy mal fumar –dicen los Vallejos-, pero está bien (o da igual) convertir la pantalla de la tele en un vertedero de maricas histéricas a la hora en que los niños ven televisión (y a la hora en que los niños ya no ven televisión). Como si ser heterosexual tuviera que dar vergüenza y gustar del otro sexo ofendiese a la madre natura.

Hay que sentirse culpable hasta la depresión si uno contrae un Cáncer pulmonar de origen nicotínico. Pero si uno tiene sida, en cambio, sabrá que se habrá infectado de una enfermedad amistosa, socialmente aceptable, políticamente correcta, siempre merecedora de compasión y generosidad.
No entiendo muy bien.
¿Cáncer no, sida sí? ¿Tabaco no, alcohol sí?
Deberían de poner fotos de enfermos terminales de sida en las puertas de los hostales pulguientos que han proliferado en todo Lima, en los baños de las discotecas de ambiente y no de ambiente, en las oficinas públicas (sobre todo en los baños privados de sus jefes), en los camerinos de las piscinas, en las antesalas de los gimnasios, en los urinarios de las peñas criollas.
¿Fotos de enfermos terminales de sida o de víctimas del herpes genital, el chancro blando, la sífilis de tercer grado?
¿Y qué ponemos en las puertas de las grandes fiestas, sean estas polladas o reuniones sociales dignas de salir en “El Comercio”?
¿Ponemos fotos de accidentes de tráfico? ¿Ponemos la foto del carro de nuestro colega Álvaro Ugaz después de la tragedia?
¿No? ¿Sería demasiado fuerte?
Y en las fiestas campales, con el Grupo Cinco alacraneando, ¿qué foto ponemos? ¿La de un tabique nasal colapsado por la coca y reemplazado (foto 2 de la secuencia) por uno de platino? ¿O la de alguien mirándonos fijamente, con los ojos indescifrables del que ha fundido cerebro por el uso del éxtasis?
Fumar es un derecho soberano. Impedir que el humo del tabaco ardiendo llegue a los no fumadores es una obligación de las autoridades. Pero de allí a avalar el terrorismo gráfico y las campañas del fascismo médico, hay una gran distancia.
O sea que en esta sociedad está mal fumar, pero está bien ser una basura y está requetebién mentir, robar, incumplir, chantajear, matar y volver a la presidencia de lo que sea (incluida la república).
¿O es que el asunto es ser una basura con los pulmones limpios?

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