martes, 24 de enero de 2012

Entrevista a César Calvo Soriano

En la revista Caretas Nº1455, del 06/03/1997, se publicó una entrevista que el periodista Domingo Támariz Lucar hizo al poeta César Calvo, en la cual habla de su amistad con Chabuca Granda. Vale la pena leer esto…


Entrevista: DOMINGO TAMARIZ LUCAR, Caretas 1455, 1997.
CUENTAME de la primera vez que hablaste con Chabuca.
La conocí en casa de Mané Checa Solari. Había una reunión. Creo que estaba Szyszlo, creo que estaba Blanca Varela, César Durand. Y entonces estaba Chabuca Granda, guapísima, muy hermosa. Sería el año '61. Entonces yo me le acerqué intempestivamente, y le dije: Señora, yo me llamo César Calvo. Me miró medio desconcertada, como preguntando ¿qué?, y yo le dije, sabe, quiero que me disculpe una cosa, yo soy mitómano de profesión. Entonces me miró con terror. Yo ando diciendo que la canción Puente de los Suspiros, que usted acaba de dar a conocer me la dedicó a mí; que yo soy el poeta ahí que la espera en el puente. Yo en esa época vivía en el Puente de los Suspiros, en la bajada, en el 363. Chabuca estaba asustada. Yo quiero pedirle un favor, no me desmienta cuando le pregunten. Y ahí empezó una amistad que no ha terminado nunca.

¿Qué es lo que te cautivó de ella?
Mira ve. Un hombre que conoció a Chabuca y no se enamoró perdidamente de ella, no es hombre. Tiene que haberse enamorado de Chabuca. Todos los que la rodeábamos la seguimos amando; hombres, mujeres y patos, estamos enamorados de ella para siempre. Y Chabuca tuvo el suficiente tino de darse cuenta que conmigo iba a ser una pérdida de tiempo lo del romance. Nunca lo aceptó. Me rechazó. Me dijo que prefería mil veces ser mi amiga toda la vida y no ser mi amor eterno de un solo día.

¿Cómo se desenvolvió la amistad entre ustedes?
Esto nunca lo he contado. Al comienzo me mortificó, me dolió en mi vanidad, pero después comprendí que era una mujer, además de hermosa, sabia. Porque andando el tiempo me demostró que era mucho más positivo, más bello para nosotros, ser amigos, entrañablemente amigos, y no efímeramente eternos.

¿Cómo componía Chabuca?
De la manera más diferente siempre. Pero era perfecta. Cuando decía esto ya está, ésa era una obra perfecta. Yo soy testigo de su evolución, más literaria que musical. Porque musicalmente ella es un genio de nacimiento. Si recibió alguna influencia, creo que es la de Pablo Milanés, a quien escuchó por primera vez el año '66, y a partir de entonces se puede ver un cambio en la melodía de Chabuca. No sé si una influencia musical en Milanés, pero sí un cambio en la dirección hacia donde iba el viento de Milanés.
Cuando Chabuca lo escuchó, me dijo éste es un genio. ¿Quién es? Yo le dije que es un profesor cubano. ¿Qué edad tiene? Tendrá 23 años. Casi se desmaya. Este genio está haciendo lo que yo he querido hacer siempre: los lied, donde la melodía varía de una estrofa a otra, no se repite nunca, varía según la letra, según la intención. ¿Tienes una foto de él? Yo tenía en la maleta una foto de Pablo, donde me está acompañando en la guitarra, yo estoy cantando en La Habana.

No te creo.
Yo era cantor. El era mi guitarrista. Allí está la foto, Pablo está acompañándome y yo cantando. Y otra donde está Pablo sólo cantando en una reunión en casa de María Luisa Salsamet, actualmente directora de la Casa Las Américas. Y entonces saqué la foto de Pablo, y Chabuca la puso en un marco de plata.

Como poeta, ¿qué comentario te suscitan las letras de sus canciones?
Los últimos temas que yo escuché en Chabuca ya no necesitaban ninguna observación mía. Yo antes le sugería, suponte, el segundo verso no está correcto, no hay un mismo nivel entre el comienzo y el final. Y ella se empeñaba y cambiaba y cambiaba, hasta que yo opinaba que estaba bien todo. Confiaba mucho en mí, como compositor y poeta. Las últimas canciones que me mostró eran poemas perfectos. Como letras solas eran perfectas. Yo le decía no hay nada que tocar, ni una sola coma. Has llegado a la cima de la perfección. Eso fue tres años antes de morir.

Y la letra de ¿La Flor de la canela? Recuerdo que algunos deslenguados decían que en ella estaba la mano de Porras Barrenechea.
En esa época yo no la conocía a Chabuca. Yo no puedo darte fe. Pero tengo entendido que la letra y música es íntegramente suya. A Porras Barrenechea lo quería mucho. Tengo entendido que ella le mostraba sus letras. Chabuca tenía dos ídolos en su casa: Raúl Porras Barrenechea, su padre, papá de Chabuca, y luego Dios, a los cuales se sumó Pablo Milanés.

Tengo entendido que a Heraud le dedicó más de una canción. ¿Cómo explicas ese arrobamiento, digamos, esa exaltación, César?
Le dedicó diez canciones a Javier Heraud. No lo conoció nunca personalmente, eso es algo que hay que contar porque la gente cree que eran amigos. Lo conoció a través de mis recuerdos y de la presencia de Javier en mi vida y en mi obra. Ella, entre 1963-64, no compone nada, enmudeció. Hizo suyo el drama de Javier. Después de un año la genial Chabuca Granda volvió a romper a cantar. Pero ya era otra voz, con la consabida, digamos ideología, que es lo secundario en un poema pero que existe. Hizo entonces Las Buenas Flores de Javier y después El Fusil del Poeta es una Rosa. Luego una canción que se llama "Silencio" para ser cantada; Una Canoa en Puerto Maldonado. Hizo diez temas a Javier.

¿Cómo era Chabuca?
No sé, hermano. El otro día, hablando con Elsa María Elejalde y César Lévano, yo dije una cosa que sostendré siempre, no podemos hablar de las mujeres porque cada mujer es diferente de todas las demás, y es diferente de sí misma, cada mujer es un mitin, un montón de gente, que varía de un momento a otro. Yo tengo la suerte de que la memoria me sea visitada todos los días por algunas de las Chabucas que conocí. Y me alegra la memoria y me la llena de sol.

¿La acompañaste alguna vez a una gira al exterior?
Una vez, por ejemplo, partimos rumbo a Río de Janeiro. Presentamos una canción. Compartí la letra, hice algunos reparos, y ella me puso como coautor generosamente. En realidad, puse cuatro o cinco palabras, pero ella era muy delicada en eso. La letra se llama El Barco Ciego, y está registrada supongo, salvo error u omisión de los hijos. La presentamos al Festival Internacional de Río. Viajamos con Patricia Aspíllaga, que la interpretó. Patricia por su belleza no necesitaba hablar. Ella ganó un premio como la más bella intérprete del festival. Patty es una de las mujeres más bellas y generosas que he conocido.

O sea, acompañaste a Chabuca en más de una gira.
Si, hemos estado en Ecuador, en Buenos Aires, en Venezuela, allí es donde ella me presentó a Manzanero, que era muy adorador de Chabuca, y yo le presenté a un amigo mío que se llama Papillón. Chabuca quería conocerlo. Ya había presentado su novela, que fue un best seller. Cuando nos tomaban foto decía: yo soy el poeta Calvo y él es el delincuente. Desgraciadamente ningún fotógrafo avisado le tomó a Chabuca con Papillón.

¿Por qué te negaste a hablar de Chabuca durante tantos años?
Si antes no he querido hablar de muchas cosas de Chabuca es porque para mí era particularmente doloroso aceptar su muerte. Pero como el tiempo desgraciada y felizmente pasa con nosotros. Ahora yo puedo hablar de Chabuca como una maravillosa amiga que se ha ido de viaje y por el momento no está con nosotros.

¿Cómo la definirías?
¿Cómo se puede definir brevemente al Amazonas? Sabes cómo, zambulléndose en el río. Lamentablemente nunca me zambullí en Chabuca. Chabuca fue un río permanente que sigue arrollándome. No permitió que nadie se humedezca con sus lágrimas.

¿Cómo recibiste la noticia de su muerte?
Hasta ahora no la recibo. Alan García me llamó por teléfono. Me dijo ha muerto Chabuca, me dijo vamos juntos. ¡No, le dije, no voy a ninguna parte! No sé nada ni entiendo nada. Me fui a mi casa de Chaclacayo y me encerré. No vi a Chabuca muerta, no vi nada, ni la televisión, ni la radio. No sé nada, primera noticia la que me das.

¿Qué hiciste durante ese tiempo?
Me encerré. Me puse a leer, a escribir. Punto. No sé nada. Tú me acabas de dar una noticia que ahora tal vez pueda recibir sin dolor.

¿Desde cuándo ella manifestaba ese terrible mal?
Te doy un dato que nadie sabe. Meses después o dos años después de que Chabuca teórica y físicamente partió, me busca Alfredo Granda, que en esa época era presidente del directorio de Faucett, primo hermano de Chabuca. Me cuenta que él recibió un encargo de Chabuca horas antes de morir en Estados Unidos y que se olvidó o no supo dónde encontrarme. Te lo doy ahora me dice Alfredo. ¿Sabes qué pasó? Alfredo llegó a Miami y llamó al hotel donde habitualmente se aloja él y su hijo cuando estaban de paso por Miami, y pidió con Granda, o sea con su hijo, y la telefonista le dio Granda, con Chabuca, que estaba alojada en el hotel, por razones que la casualidad desconoce. Entonces Chabuca le dijo ¡Coco! En estos instantes estoy yendo al hospital, me van a operar dentro de unas horas. Justo a tiempo me llamas. Hazme un favor, apunta un teléfono. Es de la mamá de César Calvo. Dile a César que me despido de él. Entonces Antonio le dijo: no entiendo. El sí te va a entender. No te preocupes, dile que me despido de él... y colgó.

Premonitorio.
Fue su último... (la voz del poeta se torna inaudible).

Finalmente César, a Chabuca ¿cuál de sus canciones la halagaba más?
Yo creo que ella tenía pasión por todas sus canciones, como por todos sus hijos la misma pasión. A mí, especialmente te digo, la canción que me gusta más es Cantedurías. Cantero, cantera de cantedurías -(se pone a entonarlas). Cantero cantera de cantedurías -(canta con voz magníficamente modelada). Que si no me cantas ya no me cantedurías. (Hace un juego de palabras y dice:)
Todas las puertas cerradas, todas perdidas.
Todas las puertas cerradas, todas perdidas.
Todas las calles ajenas, sordas, todas sombrías.
Para picar la piedra, cantero, si está dormida.

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