viernes, 12 de marzo de 2010

Ejercicio Utópico


Resulta pues que los amaneceres son algo oscuros, al principio… después se despejan. Siempre y cuando no amenace lluvia. Luego, el trajín de la gente que trabaja con esfuerzo y sencillez para salir adelante.
El triciclo y sus panes.
El emoliente y su calor.
El dolor de la madre por su hijo.
La melancolía del hijo por su padre.
A la obra o a la oficina… poco importa la indumentaria. No queda otra que trabajar ya que por esta parte del mundo nadie nos regala nada.
De algunas casas las empleadas domésticas sacan bolsas de basura con comida adentro.
Los taxis cortan el silencio con las bocinas, como navajas que se clavan en el oído. Las combis acompañan el ruido matizándolo con esmog. El silbato del policía contribuye al caos (esos son los espantapájaros?).
Unas palomas pelean por migajas.
Un chiwako mira a todos, inquieto.
Mi ciudad se ve cansada (tal vez yo este cansado). Me haces tanta falta!!!
Un día de estos deberíamos servir la mesa para todos y que no falte nadie, ni siquiera nuestros muertos.
La mesa se servirá al mediodía y ya todo estará más claro y despejado.
La sonrisa acompañará nuestro almuerzo, habrá sobremesa y café (cigarrillos también).
Los más chicos comerán helado y no solo mirarán servirlo en locales a los que no pueden entrar.
Solo si me permiten, les venderé mi producto canción, ustedes pagarán con la moneda alegría.
Hermanos, comencemos a poner la mesa.

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