Para no pasar de oportunista, dejé pasar un día y referirme recién al 5 de abril. Buena fecha para que la policía quiera hacer una huelga, buena fecha para que la cenicienta nipona extrañe más a su papá.
Hace como dos semanas, mi hermanita Tatiana con no poca ingenuidad, replicó a varios de sus compañeros de colegio un artículo de César Hidebrandt que hablaba acerca de Keiko Sofía Fujimori Higuchi, ya anunciada candidata presidencial para el 2011 y que tiene como principal plataforma de lucha el indulto para el delincuente de su padre. Mi hermanita – creyendo que nuestro ex colegio es una fábrica de pensantes críticos – fue víctima de una respuesta – por decir lo menos – desproporcionada de uno de sus amigos (?) y suscrita por otro de sus amigos (?), quienes lejos de deslindar el artículo de Hildebrandt, criticaron el primer gobierno del actual presidente de nuestro país, por quien – dicho sea de paso – no guardo ninguna simpatía.
La respuesta del buen Pussycat, se circunscribe a echar lodo – con argumentos bastante sólidos – al gobierno del entonces aprista Alan García, pero en medio de la confusión que genera, deja bastante claro, que para él no hay, habrá ni ha habido mejor presidente que el Japonés Fujimori. Luis Eduardo Aute dice en una canción “más que náusea dan tristeza”, oportuno verso para esos apañadores de su comodidad, cuya individualidad solamente es válida de su cerco para adentro porque su discurrir colectivo nunca existió, creen que en este barco están solos, aunque creo que definitivamente es así, podrían organizar una buena parrillada con Carlos Raffo y Martha Chávez a punta de Sake, claro está.
Hoy es 6 de abril, no 5. Recuerdo al Dr. Raúl Ferrero Costa, entonces senador y decano del Colegio de Abogados de Lima, defendiendo en la Avenida Santa Cruz que los militares no tomen por asalto el Colegio. Recuerdo el periodista Palma que se cortó él mismo la muñeca. Recuerdo al indultado Crousillat recibiendo cerros de dólares en la salita del SIN, recuerdo el área internacional del aeropuerto Jorge Chávez con miles de peruanos en éxodo, recuerdo el Banco de la Nación implosionando y al dictador acusando a los marchantes de los 4 Suyos del atentado. Papelito manda.
No voy a generalizar – Borges decía que generalizar es equivocarse – pero muchos de nuestros amigos (o el recuerdo de ellos?) tienen una vocación de Geisha que daría gusto a Oyuki. Bien por ellos, pero que no esperen que todos metamos las manos en los bolsillos y no levantemos el dedo acusador para señalar a los que creen que lo que necesita nuestro país es una dictadura, lo peor de todo que esos señores son capaces de creer que están libres de pecado por que acaban de pasar Semana Santa en una Huamanga que guarda sus muertos en cada esquina y en cada cerro del país que su educación nunca les permitió conocer.
Esos señores que cada vez que pueden se refieren diciendo “en este país …” y hasta ahora no hablan de NUESTRO país.
No es bueno guardarse la capacidad de indignación, hay que ventearla de allá en cuando y avisarle al resto de peruanos que creemos que se puede construir un país donde el bienestar colectivo basado en principios es más poderoso que la satisfacción individual. Y pensar que La Salle fue un colegio pensado para niños pobres!
martes, 6 de abril de 2010
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Muy buena reflexión, Yuri. El colegio no es un buen referente de reflexión, en lo más mínimo. Creo que, por el contrario, es la formas más lograda en que, en un cauce religioso, se enseña a los niños a proteger con celo los intereses propios, aun a costa de los demás, de los más débiles. Claro, siempre forjando alianzas útiles para sus fines.
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