viernes, 13 de agosto de 2010

Del cura rojo al cura verde (otro post de Rocío Silva Santisteban)

Es obvio que el presente post, nuevamente tomado del blog de Rocío Silva Santisteban (publicado en el diario La República el domingo 11 de julio de 2010, día del encuentro final de la Copa Mundial de Fútbol), tiene una abierta adhesión política al movimiento al que aún tímidamente voy ingresando. Tierra y Libertad.
En una actividad político cultural, aquí en Cusco, conocí a Marco Arana, quien me produjo una muy grata primera impresión ya que conversamos un buen rato como dos personas a las que les interesa conocerse mutuamente (al menos eso quiero creer).
En los últimos días hemos tenido pocas noticias en la prensa nacional sobre Marco Arana y este hecho lo atribuyo a una campaña constante y silenciosa (además de silenciadora) contra él y el movimiento del que es Coordinador General. Ojo aquí, no es el presidente vitalicio ni nada parecido, pese a algunas voces que, con evidente interés oficialista, se empeñan en compararlo con Ollanta Humala (por la vocación vertical de su formación, dicen).

Bueno, lo que trato de decir es que Marco Arana para el sistema en general le representa una de las voces más incómodas por lo claro y contundente del mensaje que promueve. Aquí Rocío Silva Santisteban lo dice con absoluta lucidez.

Del cura rojo al cura verde

Después de dos mil años la prédica de un judío radical sigue siendo temida por quienes, en el fondo, defienden ganancias que no benefician a todos por igual. El cristianismo que enseña a pensar en los “olvidados” por encima de los intereses del “progreso” y que adquiría tonalidades rojas según los censores de los años 70 —recuérdese a Bambarén perseguido por el gobierno de Velasco o a los jesuitas de El Salvador asesinados por un comando— ahora, digamos, se ha convertido al verde-cadmio cuando los publicistas gubernamentales y periodistas oficiosos lanzan en la prensa el pánico al cura verde.

No se trata solo de la condena y expulsión al sacerdote hermano británico Paul Mc Auley, sino de un malestar por la actuación pública —desde el púlpito— de varios sacerdotes. La defensa que despliegan los sacerdotes choca frontalmente con el propósito del spot “Alerta, Alerta, el Perú está en guerra…”, es decir, con la propaganda pura y dura del gobierno sobre su actuación y su medida del “progreso”. La noción de “progreso” del gobierno sigue supeditando a los moradores por un horizonte de ingresos asentado en una cultura del capitalismo de exportación de minerales e hidrocarburos. Para los ideólogos del gobierno el progreso siempre está “más allá”, por lo tanto, hay que correr para asirlo. Para los curas verdes, el “progreso” no es lineal sino circular, y está conectado directamente con el ser humano y su encuentro con el entorno que le da identidad.

Defender el ambiente, pero sobre todo, a los peruanos que tienen derecho pleno a vivir en él y de él se ha convertido en algo subversivo. Desde que Marco Arana, el primer cura verde llamativo, optara por pasar a la zona de la política activa, ha aumentado el miedo y desprecio al sacerdote que opta por “los olvidados”. Aldo Mariátegui, con su usual sutileza, lo ha corroborado: “que evangelicen pero que no jodan”. ¿Evangelizar, entonces, es enseñar al dominado a callar y conformarse en una liberación supraterrenal? Tarea: leer los documentos de Aparecida para poder entender la misión de un cristiano en América Latina y el Caribe: la justicia se reclama por derecho, no por favor.



¿Qué pasa en un país cuando se empieza a perseguir a los curas?, ¿qué pasó en Guatemala, en El Salvador, en Colombia? Algo huele a podrido. Y obviamente el olor de podredumbre denota algo repugnante y en franco estado de putrefacción. La corrupción huele así: es asquerosa, nos infecta, nos envilece, nos vuelve ante nuestros propios ojos miserables. Por eso mismo se ha convertido hoy en el primer problema mencionado en las encuestas, incluso más allá que la falta de empleo. Dostoievski lo dijo hace años en Crimen y Castigo: el problema no es ser pobre, sino ser miserable. Y los peruanos no queremos ser miserables aunque estemos debajo de la línea de la pobreza. Aunque no tengamos más en nuestras manos que la naturaleza. ¿Por qué hablo de corrupción? Porque el desprecio al cura verde, los spots gubernamentales y los USB perdidos de BTR están íntimamente ligados.

El Perú avanza como el Titanic: ¡cuidado con la punta de un iceberg! Los iceberg son solo parte de la naturaleza y los avances trasatlánticos que no la consideran pueden fácilmente encallar y hundirse contra todos los pronósticos. No queremos otro naufragio para nuestro país.

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