jueves, 19 de agosto de 2010

Divagaciones Clínicas y Poema de Arturo Corcuera

En la actualidad, las empresas tienen la obligación de realizar anualmente el denominado Examen Médico Ocupacional. Bueno el tema es menos formal ya que no quiero hacer un análisis jurídico ni social acerca de las verdaderas intenciones de la implementación del mencionado examen, lo que pasa es que …

Hace poco me tocó – por segundo año – pasar el famoso examen. Me sometí a una serie de inspecciones destinadas a determinar si este viejo cuerpo todavía sirve para algo. En las salas de espera de las diferentes dependencias de la clínica me venían ideas con un aire de fatalidad que ahora me parecen graciosas, sin embargo en ese momento me llovían dudas terminales como: ¿tengo todo en orden para marchar hoy? ¿Guardé las guitarras en sus estuches? ¿Podré despedirme de mi hijita, de Papá y Mamá? ¿Podré besar aunque sea solo una vez más al amor de mi vida? ¿Pagué lo de la tarjeta de crédito? ¿Estoy dejando cargas a los demás aparte del recuerdo de mi melancolía? ¿Y mis amigos?¿Alguien verá mi sombra escondida en alguna calle de Paucartambo?
En eso estaba y recordé el poema que a continuación comparto con ustedes, se llama “En el Cedar´s Hospital” y pertenece al buen Arturo Corcuera, quien hace algunos varios años, con poco éxito (como se habrán dado cuenta) intentó enseñarme la técnica para escribir Haikus.
¿Debemos tener todo en orden porque no sabemos a qué hora nos llegó la hora? Ustedes dirán...
Saludos a Arturo y un abrazo a todos (no vaya a ser el último).


En el Cedar´s Hospital (Arturo Corcuera)

¿Y si a los taitantos años de mi edad
los resultados del examen clínico resultaran preocupantes?
No se cohíba, doctor, en decírmelo
aún si fueran mortales.
Que si hay necesidad de cambiar el filtro a los riñones... (en buena hora) ;
que si el colesterol vuela alto... (aterrizaremos juntos) ;
que si el corazón se fatiga... (el precio de tanto amor) ;
que si el hígado está chiflado... (qué le vamos a hacer) ;
que si existe amenaza de embotellamiento en las arterias, (sería una catástrofe) ;
que si el azúcar... (y uno es tan dulce hasta en las amarguras) ;
que si el páncreas... (no olvidar que el páncreas mató a mi madre) ;
que si una sombra en los pulmones,
que si la próstata...
Dígame, doctor, los resultados
aunque los días que me aguardaran no fueran numerosos.
Comprenda que todo tiene su fin de fiesta
y uno debe dejar sus papeles en orden,
reunir y dar los últimos toques
a unos versos a mediohacer, desaliñados,
empaquetar sus chibas,
mudarse lejos, muy lejos,
irse con su música a otra parte.

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